¿Cómo se calcula la tasa de paro en España?

enero 29, 2007

Uno de los indicadores más importantes a la hora de valorar la fortaleza de un estado es la tasa de paro. Ésta no es más que el porcentaje de población activa (personas que potencialmente pueden suministrar mano de obra para la producción de bienes o servicios) que no encuentra trabajo. En España disponemos de dos organismos encargados de calcular dicha tasa de paro:

• El Ministerio de Trabajo, a través del Servicio Público de Empleo Estatal (hasta su cambio de denominación en el año 2003, el organismo recibía el nombre de Instituto Nacional de Empleo o INEM) realiza el cálculo instrumentalizando un registro.

• El Ministerio de Economía, a través del Instituto Nacional de Estadística, elabora una encuesta anual, la encuesta sobre población activa (EPA).

Vemos que, aunque ambos cálculos provienen de la Administración General del Estado, la diferencia entre ambos procedimientos es significativa. Dejando de lado que, tanto un informe como el otro, son confeccionados directamente por la administración y esta podría verse tentada (quizás en año electoral) a embellecer los resultados, los dos métodos sobrellevan graves carencias de base.

Por un lado, la tasa de paro que hace pública el Servicio Público de Empleo Estatal ha sufrido un fuerte filtrado que ha dejado fuera de los resultados a personas que la administración, de forma algo subjetiva, no considera parados. De esta forma, un estudiante de menos de 25 años que quiera trabajar, por poner un ejemplo, no queda recogido en la tasa publicada por el Ministerio de Trabajo. Por otro lado, la misma concepción de la EPA como encuesta hace que los funcionarios trabajen con “parados virtuales”, surgidos de la multiplicación de la cantidad de gente desocupada obtenida en una muestra por un mero factor de elevación.

Obviando errores intrínsecos, ambos cálculos pueden verse afectados negativamente por faltas no atribuibles a la malicia de nuestros gobernantes. La voluntad de ocultar situaciones concretas de fraude o la economía sumergida, sin ir más lejos, puede ocasionar que una persona activa no se inscriba en el antiguo INEM (el registro es voluntario) o mienta deliberadamente durante el transcurso de la EPA.

Queda en evidencia que no hay que tomarse los valores absolutos de ambos cálculos al pie de la letra. Aun así, podemos obtener una valoración algo más realista si observamos la evolución de estos durante un período de tiempo determinado, sobretodo si en el espacio temporal que abarcamos se ha realizado un cambio de gobierno.


La religión de Europa. Benoist

noviembre 23, 2006

Para algunos que como yo, consideran que la cristianización de Europa, la integración del cristianismo en el sistema mental europeo, fue el acontecimiento más desastroso de toda la historia ocurrida hasta ahora – la catástrofe en sentido propio del término – ¿Que puede significar hoy el término de «paganismo»? Cuestión tanto más fundamental que esta al orden del día, así como dan prueba de las recientes polémicas, en una fecha en la que, aunque algunos puedan pretender, no es el politeísmo el que es un «pasadismo», sino el monoteísmo que es puesto en cuestión, cuyo dominio se agrieta en todas partes, mientras que bajo formas a menudo torpes, a veces aberrantes, generalmente inconscientes, el paganismo manifiesta de nuevo su presencia (1) .

Discutir la actualidad del paganismo es innecesario. El neopaganismo no es un fenómeno de secta – como se lo imaginan, no sólo sus adversarios, sino también los grupos y capillas paganas, a veces bien intencionadas, a veces torpes, a menudo involuntariamente cómicas y perfectamente marginales. No es tampoco un «cristianismo invertido», que reanudaría con distintas formas cristianas – del sistema ritos hasta el sistema de objetos – su equivalente o su contraparte. Lo que debe temerse hoy, no es tanto la desaparición del paganismo como su resurgimiento bajo formas primitivas o pueriles, emparentadas con esa «segunda religiosidad» que Spengler hacía una de las características mas notorias de las culturas en decadencia. Lo que exige una serie de aclaraciones.

En primer lugar, el paganismo no es un «retorno al pasado «. No consiste en apelar «a un pasado contra otro pasado», así como ha escrito de manera incoherente Alain-Gérard Slama (Lire, abril de 1980). No manifiesta el deseo de regresar a un «paraíso perdido» (tema más bien judeocristiano) y menos, contrariamente a lo que afirma gratuitamente Catherine Chalier (Les Nouveaux Cahiers, 1979) a un «origen puro».

En una fecha en la que no se deja de hablar de «arraigo» y de «memoria colectiva», el reproche de «pasadismo» no tiene sentido. Todo hombre nace en primer lugar como heredero; no hay identidad individual o colectiva sin consideración de lo que se ha producido antes. Así como había ayer que ver el espectáculo grotesco de la denuncia contra los «ídolos paganos» por misioneros cristianos adoradores de sus propios tótems, hoy es mucho mas cómico ver denunciar el «pasado» (indoeuropeo) por los que no dejan de elogiar la continuidad histórica judeocristiana y de devolvernos al ejemplo de Abraham, Jacob, Isaac y otros Beduinos protohistóricos.

Es necesario saber por otra parte lo que significa la palabra «pasado». Rechazamos inmediatamente la doctrina judeocristiana que hace del pasado definitivamente una etapa pasada de una línea progresiva que llevaría necesariamente a la humanidad desde el jardín del Eden al tiempo mesiánico. No creemos que haya un sentido inherente de la historia. El pasado es para nosotros una dimensión, una perspectiva presente en toda actualidad. Solo hay acontecimientos «pasados» siempre que se inscriban como tales en el presente. El «pasado» participa, pues, necesariamente de esta característica de la conciencia humana que es la temporalidad, la cual no es ni la «cantidad de tiempo» mensurable de la que habla la lengua corriente (la temporalidad es al contrario cualitativa), ni la duración evocada por Bergson, que pertenece a la naturaleza no humana – la temporalidad  pertenece al hombre. La vida como «preocupación» (Sorge) es extensiva de sí misma; no llena pues ningún marco temporal preestablecido. El hombre solo es proyecto. Su conciencia misma es proyecto. Existir, es exsis, proyectarse. Es esta movilidad específica de la extensividad que Heidegger llama el «historial» (Geschehen) de la existencia humana – un historial que señala la «estructura absolutamente propia de la existencia humana que, como realidad trascendente y realidad revelada, hace posible la historicidad de un mundo». La historicidad del hombre se debe a que el «pasado», el «presente» y el «futuro» están asociados en toda actualidad. En este sentido, el reproche – típicamente judeocristiano – de «pasadismo» esta enteramente desprovisto de sentido.

No puede haber «pasadismo» sino en la visión monolineal de la historia, en una historia donde, precisamente, lo que «pasó» no puede volver a suceder de nuevo. Mas bien, creemos en el Eterno Retorno. En 1797, Hölderlin escribe a Hegel: «no hay destrucción, por lo tanto la juventud del mundo debe reaparecer desde nuestra descomposición». Dice también:  «si lo divino existió, entonces regresara de nuevo, ya que es eterno». En realidad, no se trata de volver al pasado sino de estar vinculado a él – y también, por el hecho mismo, en una concepción esférica de la historia, de conectarse con lo eterno, deshacerse de la tiranía del Logos, de la monstruosa tiranía del Libro y de la Ley, para entregarse a la escuela del Mythos y de la Vida. En la Grecia antigua, observa Jean-Pierre Vernant, «el esfuerzo de recordar todo tiene por primera función, no la de construir el pasado individual de un hombre -que-recuerda, de construir su tiempo individual, sino al contrario de permitirle escapar del tiempo » (declaración aparecida en el Nouveau Observateur, 5 de mayo de 1980). Se trata hasta de referirse a la «memoria» del paganismo, no de una manera cronológica, para regresar de nuevo al «pasado», sino de una manera mitológica, para buscar lo que, a través del tiempo, nos supera en el tiempo y nos habla aún hoy. Se trata de conectarse a lo insuperable, y no al «pasado».

Los términos de «principio» y de «final» no tienen ya entonces el sentido que les da la doctrina judeocristiana. En la perspectiva pagana, el pasado es siempre futuro (futuro). «Herkunft aber bleibt stets Zukunft», ha escrito Heidegger: «lo que es el origen sigue siendo un futuro, permanece constantemente bajo la influencia de lo que debe venir».

En su Introducción a la metafísica, Heidegger examina precisamente la cuestión del «pasado». Un pueblo no puede triunfar sobre el «oscurecimiento del mundo» y la decadencia sino por medio de la condición de querer permanentemente un destino. Ahora bien, «solo habrá un destino sí en primer lugar él crea en sí mismo una resonancia, una posibilidad de resonancia para este destino, y si incluye su tradición de manera creativa.» Todo eso implica que este pueblo, como pueblo, se expone él mismo en el ámbito originario donde reina el ser, y así haya el origen de Occidente, a partir del centro de su proceder futuro».»Es necesario, en otros términos, encontrar el origen de nuestro de ser-alli’ espiritual como providencial, para transformarlo en otro principio». Y Heidegger añade:  «para que un principio se repita, no se trata de colocarse detrás de él como algo pasado, que es conocido ahora y que no hay que imitar, sino que es necesario que el principio sea refundado más originariamente, y con todo lo que un verdadero principio implica de desconcertante, de indeterminado e inseguro «. En efecto, «el principio está allí.» No está detrás nosotros como lo que fue hace mucho tiempo, sino que está ante nosotros. El principio hizo irrupción en nuestro futuro. Nos da su grandeza a la que debemos incorporarnos».

No hay pues retorno, sino un recurso al paganismo. O, si se prefiere, no hay retorno al paganismo, sino retorno del paganismo a lo que Heidegger llama «otro principio». Proyecto que manifiesta el poder creador del hombre y que, como tal, no puede resultar sino «blasfemo» a los sectarios del Logos. En hebreo, la palabra «principio» tiene por otra parte también el sentido de «profanación»: comenzar, es competir con Dios. Es tan verdadero que el episodio del Génesis, «entonces se interpreta se comenzó a alegar el nombre de Yahvé» (4, 26) en la teología del judaísmo se interpreta, no como el principio del monoteísmo, sino como el principio del paganismo («Entonces él comenzó»). Este verbo significa profanar. Se comenzó a dar a los hombres y a las estatuas el nombre de Santos y a llamar Dioses los ídolos (comentario de Rachi sobre Gen. 4,26). Por otra parte, desde Siméon Bar Yoar hasta nuestros días, la cultura pagana antigua no ha dejado de ser objeto de críticas y acusaciones (véase François Fontaine, «la conspiración contra Roma», en Le Figaro Magazine, 12 de abril de 1980). Este solo hecho, bastaría para mostrar cuánto del «pasado» sigue estando presente a los ojos de los mismos que lo denuncian. «No es una casualidad», ha escrito Gabriel Matzneff, «que nuestro vigésimo siglo, fanático, rencoroso, doctrinario, no pierda la ocasión de dar una imagen difamatoria y ridícula de los antiguos Romanos : «por instinto, odia lo que le es superior «(Le Monde, 26 de abril de 1980).»

Entre los siglos XV y XVI, el Renacimiento fue completamente un renacimiento. Nació, a partir de Florencia, de una reanudación del contacto con el espíritu del paganismo antiguo. «Se trataba, dirá Renan, de ver la Antigüedad frente a frente.» No fue un retroceso, un simple resurgimiento del «pasado», sino al contrario el inicio de una nueva aventura del espíritu, de una nueva aventura del alma faustica que en adelante triunfó. Así mismo hoy, el neopaganismo no es una regresión de ningún modo, sino al contrario la elección deliberada de un futuro más auténtico, más armonioso – una elección que proyecta en lo sucesivo, para una nueva creación, lo eterno de donde procedemos.

Si se admite que algo es grande, ha dicho Heidegger, «entonces en el origen de eso permanece lo que hay de superior». El paganismo hoy es, pues, obviamente, en primer lugar una determinada familiaridad con las religiones indoeuropeas antiguas, con su historia, su teología, su cosmogonía, su simbolismo, sus mitos y sus mitemas, etc. Una familiaridad de conocimientos, y también una familiaridad espiritual. No se trata solamente de acumular conocimientos sobre las creencias de las distintas religiones de la Europa pre-cristiana (ni por otra parte de ignorar lo que puede distinguirlas, a veces profundamente, a una de las otras) sino sobre todo de definir en estas creencias la transposición de una serie de valores que nos pertenecen directamente y nos conciernen. (Lo que, por consiguiente, conduce a reinterpretar la historia de los dos últimos milenios como el relato de una lucha espiritual fundamental).

Ya es una tarea considerable. No sólo las religiones de la Europa antigua no ceden de nada al monoteísmo en cuanto a su riqueza o a su complejidad espiritual o teológica, sino que hasta se puede considerar que ellas triunfan a menudo en este terreno. Que triunfan o no, no es por otra parte lo más importante. Lo que es importante, es que hablan para nosotros – y por mi parte, extraigo más enseñanzas de la oposición simbólica entre Janus y Vesta, de la moral del Orestiade o el relato de la desmembración de Ymir que de las aventuras de José y sus hermanos o de la historia del asesinato abortado de Isaac. Más allá de los mitos, conviene, pues, buscar una determinada concepción de la divinidad y de lo sagrado, un determinado sistema de interpretación del mundo, una determinada filosofía en ellos. Bernard-Henri Lévy se adhiere al monoteísmo, mientras que no cree en Dios. Nuestro tiempo es profundamente judeocristiano, aunque las iglesias y las sinagogas estén vacías. Lo es por su forma de concebir la historia, por los valores esenciales a los cuales se refiere. Al contrario, no hay «que creer» en Júpiter o en Wotan (lo que no es, sin embargo, más ridículo que de creer en Yahvé)  para ser pagano. El paganismo de hoy no consiste en elaborar altares a Apolo o en resucitar el culto de Odin. Implica por el contrario re buscar, detrás de la religión, la » herramienta mental » de la que ella es el producto, qué universo interior devuelve, qué forma de comprensión del mundo ella traduce. Resumidamente, implica considerar a los dioses como «centros de valores» (H. Richard Niebuhr), y las creencias de las que son objeto como sistemas: los dioses y las creencias pasan, pero los valores permanecen.

Es decir que el paganismo, lejos caracterizarse por una negación de la espiritualidad o de lo sagrado, consiste al contrario en la elección (y la re-apropiación) de otra espiritualidad, de otra forma de lo sagrado. Lejos confundirse con el ateísmo o el agnosticismo, coloca, entre el hombre y el universo, una relación básicamente religiosa – de una espiritualidad mucho más intensa, más poderosa, mas fuerte que la del monoteísmo judeocristiano. Lejos de desacralizar el mundo, lo sacraliza en el  sentido literal, lo considera como sagrado – y es precisamente eso, veremos, lo que es pagano.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que en la antigüedad pre-cristiana, la palabra «ateísmo» esta prácticamente desprovista de sentido. Los propios juicios por » incredulidad» o «impiedad» cubren, en general, cualquier otra cosa. Cuando Ammien Marcellin dice que «hay gente para quien el cielo esta vacío de dioses» (XXVIII, 4, 6), él precisa que creen, a pesar de todo, en los astros y la magia. En Grecia, el propio pensamiento racional se reorientó a la teogonía y la cosmología místicos. Esta es la razón que obliga a Claude Tresmontant, después de haber asimilado gratuitamente el panteísmo al ateísmo, a escribir que el «ateísmo» es  «eminentemente religioso», que es demasiado religioso puesto que él diviniza indebidamente el universo (Problemas del cristianismo, Seuil, 1980, p55). Es que, en la Europa antigua, lo sagrado no se concibe como contrario a lo profano, sino lo que engloba lo profano para darle sentido. No hay iglesia para hacer la mediación entre el hombre y Dios; es la ciudad entera la que hace esta mediación, y las instituciones religiosas solo constituyen un aspecto de ella (2). El concepto opuesto al latín religio debería buscarse en el verbo negli. Ser religioso, es ser responsable, no descuidado. Ser responsable, es ser libre – darse los medios concretos de ejercer su responsabilidad. Ser libre, es también, al mismo tiempo, estar vinculado.

Cuando Bernard-Henri Levy afirma que «el monoteísmo no es una forma de sacralidad, ni una forma de espiritualidad», sino al contrario «el odio de lo sagrado como tal» (Le Express, 21 de abril de 1979), su observación no puede sino parecer paradójica. Lo sagrado, es el respeto incondicional de algo; ahora bien, el monoteísmo lo pone fuera de la ley. En Heidegger, lo sagrado, Das Heilige, es bien distinto de la metafísica clásica y la idea misma de Dios. Diremos, para reanudar una antinomia tan cara a Levinas, que lo sagrado compromete este mundo, en comparación con la santidad, que está vinculada al transcendencia de lo Otro absoluto. El paganismo sacraliza, y así exalta este mundo, allí donde el monoteísmo judeocristiano santifica, y así nos separa del mundo. El paganismo se basa en la idea de lo sagrado.

Cuando se trata de especificar los valores propios del paganismo, se enumeran generalmente características como: un concepto eminentemente aristocrático de la persona humana, una ética basada en el honor (en la «vergüenza» más que en el «pecado»), una actitud heroica ante los retos de la existencia, la exaltación y la sacralización del mundo, de la belleza, del cuerpo, de la fuerza y de la salud, la negación de lo extramundano, la inseparabilidad de la estética y la moral, etc todo eso nos parece exacto, pero hasta cierto punto secundario. La característica fundamental, a nuestros ojos, es el rechazo del dualismo.

Ampliando lo que Martin Buber dijo del judaísmo, nos parece, en efecto, que el judeocristianismo es caracterizado menos por la creencia en único Dios que por la naturaleza de la división que postula entre el hombre y Dios. Hace mucho tiempo, por otra parte, que se entiende que el conflicto del monoteísmo y el paganismo no es una simple pelea sobre el número de dioses. «El politeísmo es un concepto cualitativo, y no cuantitativo», ha escrito Paul Tillich (Théologie systématique, Planète, 1969). «La diferencia entre el panteísmo y el monoteísmo, reconoce Tresmontant, no es una cuestión espacial, sino una cuestión ontológica» (Les problèmes du christianisme, op. cit., p. 218).

Spengler puso de manifiesto que el monoteísmo es el producto de una psique particular que, a partir del -300 a.C, penso una concepción específicamente «mágica» (en el sentido spengleriano del término) de un universo «duplicado» por otro mundo – el de la Divinidad -, que también es controlado por un antagonismo del Bien y el Mal absolutos (al cual corresponde, a nivel simbólico, antagonismo de la Luz y la Oscuridad). En esta concepción, el mundo real es una cúpula o una caverna – un teatro donde se producen acontecimientos cuyo sentido y lo que está en juego fundamentalmente están en otra parte. La conciencia «mágica» no es una conciencia activa; es una escena donde se enfrentan las fuerzas indeterminadas del Mal y las fuerzas luminosas del Bien. Está vinculada una concepción necesariamente lineal de la historia, cuyo inicio es la «creación», y su final, el «fin de los tiempos» mesiánico. Toda la teología judeocristiana se basa en la distinción de lo creado (el mundo) y lo no-creado (Dios). El Absoluto no es el mundo. La fuente de la vida es radicalmente diferente de la naturaleza. El mundo no es el «cuerpo» de Dios. No es eterno, ni no-creado, ni ontológicamente suficiente. No es una emanación directa, ni una forma de la sustancia divina. No tiene ni naturaleza, ni esencia divina. Es radicalmente otro que el Absoluto. Solo hay un Absoluto, y es Dios, que es no-creado, sin génesis ni devenir y ontológicamente suficiente.

En las fuentes del pensamiento pagano, se encuentra, al contrario, la idea de que el universo esta animado y que el alma del mundo es divina. La vida procede de la naturaleza y del mundo. Si hay una creación, solo señala el principio de un ciclo. El universo es el único ser y no es un Otro. El mundo no fue creado y no tuvo principio; es eterno e imperecedero. Dios no se realiza mas que por y en el mundo. La «téogonia» es idéntica a la «cosmogonía». El mundo representa el despliegue de Dios en el espacio y en el tiempo. La «criatura» es consubstancial al «creador». El alma es una parte de la sustancia divina. La sustancia o la esencia de Dios es la misma que la del mundo. Estas ideas se desarrollan constantemente en la primera filosofía griega; se encuentra aún su eco en Aristoteles y en Platón, luego en los estoicos. Xénofanes de Colofón (siglo VI antes de nuestra era) define a Dios como el alma del mundo. «Este mundo no fue creado por ningún dios y ni por ningún hombre,» ha escrito Héraclito. «Siempre ha existido, existe siempre y existirá, como fuego eternamente incandescente, encendiéndose con medida y apagándose con medida» (Fragmentos).» Para Parménides, que ve en el mundo un ser inmóvil y perfecto, el universo no fue engendrado, es imperecedero y no-creado. Se encuentra la misma opinión en Empédocles, Meliso, Anaximandro, etc.

De lo que precede, se puede deducir que lo que caracteriza el monoteísmo judeocristiano, no es solamente la creencia en único dios, sino también y sobre todo la adhesión a un concepto dualista del mundo. El ejemplo de la filosofía griega muestra en efecto que puede existir un «monoteísmo» no dualista – que define la convergencia entre el absoluto y el mundo -, el cual, como lo veremos, no es básicamente antagónico del politéismo, los distintos dioses pueden corresponder a las distintas formas por las cuales se manifiesta la Divinidad. Diremos por lo tanto, que lo que vincula intrínsecamente el monoteísmo judeocristiano con la intolerancia, no es el hecho de que Yahvé sea el único dios, sino que el único dios se conciba como distinto del mundo, superior del mundo y así, que se quiera o no, opuesto a él. En el caso de un monoteísmo no dualista, la afirmación de la unicidad de dios no es más que una manera de afirmar y sacralizar la unicidad del mundo. Tal Dios, al igual que la divinidad que personifican los distintos dioses del paganismo, es tolerante, ya que se manifiesta en todas las diversidades. Representa incluso, podríamos decir, la única diversidad de un ser que no tiene que excluir ninguna alteridad, ninguna diferencia, porque las engloba y las reconcilia a todas. Básicamente, el Dios del paganismo es no un otro. Al contrario, el Dios del monoteísmo judeocristiano es la alteridad por excelencia, es un absolutamente Otro – y es en este estado de alteridad radical que pretende darse donde reside su peligro. Como es uno, no en el sentido de «solitario», sino en el sentido no comparable, de «único en su clase», en efecto, Yahvé no puede sino reducir las diferencias, excluir a cualquier otro dios que le haga sombra, afirmar la falsedad de lo que otros veneran. En Le stade du respir (Minuit, 1979), Jean-Louis Tristani mostró mejor que otros, la influencia del monoteísmo judéocristiano sobre el despotismo. El paganismo, es tolerante, no sólo porque ha sido (eventualmente) politeísta, sino también porque frente a la discontinuidad entre Dios y el mundo, opone la continuidad de todo lo que – hombres, dioses y «naturaleza» – constituye y personifica el único ser absoluto que es el mundo finalmente, porque cree que un Dios que no es de este mundo no podría, precisamente, ser un Dios. Ya que es uno o es el otro: o Dios es Único, o el Mundo es Único. A la afirmación anti-dios por excelencia, «Mi reino no es de este mundo» (Juan 18, 36), se opone la afirmación divina por excelencia: «el lugar de los hombres es también el lugar de lo divino» (Héraclito).

En la perspectiva del monoteísmo dualista, la relación entre el mundo y el absoluto no es pues una relación de identidad, ni una relación de emanación directa, sino una (pseudo-) relación de «libertad» aclarada por la teología de la creación. Esta creación se hizo ex nihilo. Dios no creó el mundo desde una materia informe, de un caos que le habría preexistido y en el que él habría trabajado (en tal caso habrían dos absolutos no-creados: Dios y la materia). Tampoco no generó el mundo, ya que éste le sería entonces consubstancial (solamente el Logos de Dios, generado y no creado, es consubstancial a Dios). Lo creó. La relación que lo liga al hombre es a la vez causal (Dios es la causa principal de todas las criaturas) y moral (el hombre debe obedecer a Dios). Para el paganismo, al contrario, Dios no puede disociarse del mundo; no se le vincula como causa, y los hombres no son criaturas contingentes que habrían sido extraídos de la nada. El paganismo desafía la idea de creación, central en el monoteísmo judeocristiano (3), así como desafía toda epistemología mecanicista, así como desafía toda idea de una finalidad global de la historia – así como tiende, con Spengler, a substituir con la «idea de destino» (Schichsalsidee) al «principio de causalidad» (Kauzalitätprincip). La idea de creación, dijo Fichte, es el «error fundamental absoluto de toda falsa metafísica». Heidegger, desde hace tiempo, puso de manifiesto que la idea de creación no está incluida en la filosofía. La afirmación de la unicidad de Dios y del mundo contiene, según la inteligencia humana, el postulado de su eternidad: el ser que no podía surgir de la nada absoluta, el mundo no comenzó y no terminará. El ser absoluto que es el mundo no-creado radical, causa de sí mismo, causa sui (4) .

El paganismo implica pues el rechazo de esa discontinuidad, de esa ruptura  fundamental que es la «ficción dualista», incluyendo a Nietzsche quien desvirtuó a Dios como enemigo de la vida, en lugar de ser la exaltación y la afirmación de la vida» (El Anticristo). Curar el mundo de la ruptura monoteísta, es restaurar lo divino en su despliegue unitario, suprimir el pozo sin fondo ontológico que separa a Dios de sus «criaturas», volver a dar a la vida la diversidad contradictoria de sus significados. Dios no creó el mundo, se manifiesta en él y por él. No está «presente por todas partes» en el mundo, como lo sostiene el  panteísmo simple; constituye más bien la dimensión del mundo que, globalmente así como localmente, le da su sentido en función de lo que hay.

De la afirmación de que la esencia de Dios que es idéntica a la del hombre, deriva que no hay lugar en el paganismo para una teología del exilio, basada en el desarraigo, la separación del mundo, la distancia absoluta o la negatividad crítica hacia él. El paganismo opone lo ilimitado del mundo frente a la limitación que constituiría la noción de un infinito situado fuera del mundo; se opone al «alma excedida de otra alma», para hablar como Lévinas, un alma que se illimita, puede por si misma illiminitarse. Se opone la autonomía, una autarquía, un arraigo en un lugar frente a una dependencia abstracta y a un desarraigo absoluto. El hombre pagano acepta el lugar donde nació como una relación de filiación. Tiene su «madre-patria , mientras que en el monoteísmo bíblico, la tierra que se tiene no es una tierra original, un tierra natal, sino una tierra final, una tierra de destino, que no está incluida en el mito fundador sino como una finalidad ; esta tierra «se promete» en los dos sentidos del término, es decir no es una madre, sino una novia o una esposa (de ahí la teología del exilio y el retorno) – una tierra que solo se hace nuestra por la realización de una promesa divina, un «terruño que no debe nada al nacimiento» (Emmanuel Lévinas, Noms propres, Fata Morgana, 1976, p. 64).

Esta idea, fundamental en el paganismo, de una continuidad entre el hombre y el mundo no puede, no obstante, plenamente entenderse sino con la condición de no interpretarse desde el punto de vista del naturalismo.

La teología del paganismo no es una teología de la naturaleza, sino una teología del mundo. La naturaleza manifiesta el rostro del ser, pero no constituye de ninguna manera su determinación última. Y así como la continuidad entre los todos entes, todas las «criaturas», no implica que estos entes se confundan o que sean iguales, así mismo la protesta que el espíritu europeo no dejó de expresar contra el divorcio del cielo y la tierra, del hombre y Dios, del alma y el cuerpo, no implica que todos estos términos estén colocados en el mismo nivel. El alma y el cuerpo están en la prolongación uno del otro, son ambos consubstanciales del mundo, pero es, sin embargo, el alma quien domina. Esta es la razón por la que el paganismo postula la primacía de la idea; esta es la razón por la que negamos también toda interpretación principalmente naturalista de las religiones indoeuropeas, buscando al contrario el «núcleo» en un sistema ideológico, en un vuedum particular que da inmediatamente un sentido a todos sus componentes. En este sentido, podemos decir que el hombre «crea» el mundo por que mira hacia él, que el alma «se construye» un cuerpo, que un punto de vista colectivo del mundo «forma» una sociedad relacionándola, etc. Somos aquí totalmente contrarios al naturalismo.

«Creador» de la naturaleza, el hombre es también creador de dioses. Se convierte en Dios cada vez que se supera a si mismo, cada vez que rompe los límites dando lo mejor de sí. El héroe, en la Antigüedad, es en el sentido literal un semidiós. Esta idea será retomada por Nietzsche con el tema del Superhombre. Encontrará en la antropología filosófica moderna sus justificaciones epistemológicas con el tema del hombre creador, constructor de sí mismo. Finalmente será desarrollada por Heidegger – y es con razón que Lévinas verá en esta «piedad dedicada a los dioses míticos» lo que le es mas ajeno: una «retorno ofensivo [de las] normas de la elevación humana» (Difficile liberté, Albin Michel, 1963, p. 2).

El paganismo tiene en cuenta los determinismos naturales, pero no estos no limitan al hombre; a esto siempre se oponen inevitablemente la libertad humana y la voluntad heroica. En la antigüedad pre-cristiana, tanto en las sagas germánicas, en la representación romana del fatum como en la tragedia griega, se encuentra constantemente esta idea de que lo imposible debe intentarse, hasta y sobre todo cuando es realmente imposible. El concepto de destino no es una predestinación en sentido estricto, sino que se encuentra asociado al devenir. En la antigüedad germánica, este concepto de destino es representado por el vocablo del nórdico antiguo orlög, que por medio del sufijo or – (ur – en alemán) que remite a leyes originarias, o por el inglés antiguo wyrd, nombre femenino otorgado a partir del pasado del verbo weordhan, «pasar a ser» (véase el alemán werden). «Parece», explica Jean Varenne, «que los Indoeuropeos hayan profesado que el destino es en realidad la expresión de la secuencia necesaria de nuestros actos (ley de causalidad); «por lo tanto, mi libre voluntad (o la de dios que se produce en el curso de las cosas) aparece como una «materialización» de mi destino; puedo ser un héroe si quiero serlo: y si llego a serlo (si mi voluntad fue bastante fuerte, si los dioses no estaban contra mi, etc.) se podrá decir con mucha razón que ese era mi destino» («Les Indo-Européens «, en Dictionnaire des Mythologies, Flammarion, 1980, p. 45).

El concepto de fatum no implica pues la «obediencia, sumisión o renuncia.» Al contrario, estimula el deseo de acción y mantiene el sentido trágico de la vida. Como lo destaca Schopenhauer, lo trágico está vinculado a la clara conciencia que el hombre tiene de su debilidad, del carácter transitorio de su existencia – y, al mismo tiempo, del deseo sin cesar de compensar esta debilidad con una intensidad creadora. En otros términos, lo trágico implica una voluntad medida en el tiempo, sabiendo que éste será finalmente vencedor, sin nunca encontrar en la certeza de la derrota final, en la muerte, el menor pretexto para renunciar. El heroísmo es entonces luchar contra lo que, por naturaleza, terminará por triunfar. La intensidad, como siempre, compensa la ausencia de duración. Es porque hay un destino que el hombre, al intentar a pesar de todo oponérsele, puede ser heroico, sobrepasarse y adquirir un estatuto divino. Amor fati: el único medio de sufrir sin sufrir. Exaltación llevada a lo sublime de un temperamento agonal, que hace de la lucha – y en primer lugar de la lucha contra sí – la esencia de la vida.

En los estoicos, se encuentra de nuevo la idea de que el libre arbitrio, condición del mérito individual, no esta excluida de la predestinación. Chrysippo desarrolla detenidamente esta opinión. Cicéron, en De fato, Alexandre de Aphrodise, en su Tratado sobre el destino, distinguen «causas previas», sobre las cuales no podemos hacer nada, y «causas immanentes» que solo dependen de nosotros. El destino controla el mundo, dice Seneca, pero la libertad interior del hombre no es limitada nunca por la adversidad: el hombre puede siempre determinar libremente el sentido de sus actos.

Más tarde, incluso dentro del cristianismo, toda una corriente de pensamiento «herética» luchará contra el determinismo del pecado hereditario, mientras que los teólogos se enfrentarán sobre la predestinación y la gracia para conseguir la conclusión de que el hombre es libre de sus actos dentro de lo que «se le da» por adelantado. Hölderlin, admirador apasionado de la Grecia antigua, afirmará que es realizándose en lo que es lo más distante de su «naturaleza» – es decir, en lo que lo obliga a esforzarse con lo mas fuerte – que un pueblo puede dar lo mejor de síí mismo. Esta concepción de la libertad humana está estrechamente vinculada a un concepto particular de la historia: la «naturaleza», lo innato, el pasado condicionan el futuro del hombre, pero no lo determinan. Es en este espacio semántico entre «condicionar» y » determinar » donde esta la libertad.

Notamos, para terminar con este punto, que no podemos reducir el paganismo a supervivencias específicas como las creencias y las tradiciones populares o rurales. Ciertamente, no se trata allí de un ámbito desdeñable. Se sabe que a partir del 370, la palabra paganus tiene significativamente el doble sentido de «campesino» y de «pagano». ¡Para los cristianos, seguir siendo fiel a la fe ancestral, tal como lo hicieran los campesinos, era servir al diablo (5)! El problema de las supervivencias paganas en las fiestas de los calendarios o el ciclo «de la cuna a la tumba» constituye, pues, un tema de reflexión central. Hay también de reactivar una serie de estas tradiciones, que son útiles para la cohesión de las familias, de las razas y los clanes, en el marco de un trabajo más general de re-arraigo comunitario. Sin embargo, es necesario entender que estas fiestas y estos hábitos no nos proporcionan ya, probablemente, mas que un eco relativamente deformado de lo que fue el paganismo original – y, sobre todo, que no reflejan, en lo mejor de los casos, mas que las formas inferiores de la creencia y el culto. Este paganismo popular es, en efecto, podríamos decir, un paganismo de la «tercera función  (y es lo que explica también su carácter casi exclusivamente rural). El paganismo de la «primera función», el paganismo soberano, apenas fue conservado, puesto que en cuanto a conversión al cristianismo, fueron, como siempre, las «elites» las que mas rápida y profundamente lo traicionaron. Sabemos con todo, por el estudio de los documentos existentes, que las religiones indoeuropeas estaban lejos ser sinónimas de una «rítmica campesina». En un momento en que la vida rural parece una forma de vida de poblaciones cada vez menos numerosas, se puede ver una razón más para discrepar de las trivialidades de los naturalistas.

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Ya, bajo el cristianismo, el pensamiento pagano, mas que morir, había comenzado a evolucionar. En el transcurso del siglo IV, el paganismo tiene tres puntos de apoyo; la antigua aristocracia, pagana por tradición (Mos majorum, la costumbre de los antepasados) y por patriotismo («Roma vivirá mientras lo hagan sus dioses»); los altos funcionarios, que protestan contra la orientalización del Imperio y el despotismo del régimen imperial (ver el conflicto sobre el altar de la Victoria, Simaco pide su restablecimiento bajo Valentino II); y finalmente, las escuelas, como dan prueba la educación de Juliano, la importancia de Libenius en Nicomédia, luego en Antioquía, etc. Este paganismo es a veces devoto, a veces, al contrario, filosófico y muy intelectualizado. Los otros elementos constitutivos de la «nueva religiosidad» son la ascensión del culto imperial, la progresión del cristianismo y la afluencia de los cultos orientales. Ahora bien, lo que es interesante, es que, ante la nueva fe, los partidarios del paganismo parecen «reconsiderar» su sistema y proponer una formulación inédita.

Contrariamente a lo que se escribe demasiado a menudo, el «único dios» en el que se reclama generalmente el «último  paganismo no es de ninguna manera comparable al del monoteísmo judeocristiano. Lejos ser radicalmente distinto de los dioses del panteón tradicional, representa más bien el principio que les es común. Lejos constituir un absoluto enteramente separado del mundo, se define con el ser de este último. El estoicismo, cuyos fundamentos religiosos son esenciales (6) , constituye a este respecto un caso significativo. El Dios de lo estoicos es el «alma del mundo». El cosmos es «un ser vivo lleno de sabiduría». El Logos que le proporciona su vida le es enteramente consubstancial. No existe ningún Hinterwell: el universo no depende de otro ser, es en este mundo donde el hombre debe realizar su ideal. La sabiduría y la virtud consisten en vivir según el «orden» del universo. Mejor aún, el cosmos, como incluye la totalidad de los entes, es absolutamente perfecto; nada puede pues existir fuera él.

Este «último» paganismo sigue siendo fiel al principio de tolerancia. Para los paganos cultivados, es precisamente porque representan las distintas caras de una misma divinidad que todos los dioses son respetables – mientras que los cristianos nunca han dejado de observar a los dioses paganos como «ídolos», «demonios», o incluso, como ha escrito Martín de Braga, de antiguos personajes deificados, de «hombres muy malos». Los estoicos, cuando apoyan la idea de único dios, admiten la existencia de dioses menores, aceptan la representación antropomorfa y se limitan a dar interpretaciones alegóricas o simbólicas. Explican, por ejemplo, que Zeus es una representación del principio eterno por el cual todas las cosas existen y devienen, y ven a los otros dioses como los atributos particulares de este principio. Diogènes Laërcio escribe: «Dios, la Inteligencia, el Destino, Zeus son un único ser, y es llamado con varios otros nombres» (VII, 134).

En el momento en que el mundo antiguo hacía naufragio, el paganismo evolucionaba considerablemente. Si se refería a solo Dios, no lo hacia en el sentido del judeocristianismo. Más que un monoteísmo, en realidad era un panteísmo unitarista, que profesaba que la Divinidad es el alma del mundo (en el sentido en que Platón habla de «dios sensible»), o, si se quiere, un sincretismo panteísta henoteísta, haciendo de un principio supremo un Dios, del cual los otros son hipóstasis. Este paganismo se caracterizaba, a nivel «ideológico», por la interpenetración de elementos propiamente religiosos y de elementos filosóficos. No tuvo tiempo de establecerse y, poco a poco, desapareció. Preservado de la infección cristiana, el paganismo europeo, en su conjunto, habría evolucionado quizá en la misma dirección.

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Después de la cristianización de Europa, ya lo dijimos, el paganismo sobrevivió bajo varias formas: en primer lugar en el inconsciente colectivo, que se liberara, en particular, en la música, a continuación en las creencias y las tradiciones populares, finalmente, dentro o al margen de la religión oficial, por medio de corrientes «heréticas», que han encontrado sus prolongaciones hasta hoy. A pesar del interés que presenta, este último sector es el que quizá fue menos estudiado. Es sobretodo en la obra de estos grandes «herejes» que es necesario buscar algunos de los principios fundamentales de un neopaganismo faustico, o incluso los rudimentos de lo que habría podido ser una teología pagana en tiempos modernos.

Sigrid Hunke, uno de los raros autores que han abordado este tema en la óptica que nos interesa (7), puso de manifiesto que existen amplias convergencias entre las «grandes protestas» que se elevaron durante los siglos contra la religión oficial. En estas convergencias, ve una continuidad espiritual que expresa las líneas de fuerza de la «otra religión de Europa» – la verdadera religión de Europa -, una religión que aparece a partir del final del siglo IV con Pelagio, que reaparece en el siglo IX con Juan Escoto Eriúgena, que continúa a partir del siglo XII con Joachim de Fiore, luego con Meister Eckart y sus discípulos (Henri Suso, Johannes Tauler, Sebastian Franck von Donauwörth), Jakob Böhme, Paracelso, Giordano Bruno, Jérôme Cardan, Campanella, Pico della Mirandola, Lucilio Vanini, Amalric de Bène, David de Dinat, etc, e incluidos sus herederos románticos e idealistas alemanes, Goethe, Kant, Fichte, Schelling, Schleiermacher y Herder, los rusos Théophane y Berdiaev, los franceses Teilhard de Chardin y Saint-Exupéry, etc.

En la mayoría de estos autores, se encuentra en efecto, llevados al más alto nivel, los grandes temas del pensamiento pagano tal como lo definimos más arriba. En primer lugar, la unidad transcendental del Cosmos, la continuidad entre Dios y el mundo – un mundo que es «perfecto», pero no inmóvil, que es el lugar del devenir permanente en todas las direcciones; un Dios que retorna terminado él mismo en infinito, que conduce a pensar el espacio y el tiempo como infinitos.

Juan Escoto Eriúgena, excomunicado por la Iglesia después de su muerte, en el siglo XI, escribió: «todo está en Dios y Dios está en todo, y nada puede venir por otra parte que de él, ya que todo nace a través de él y en él». «Observar las cosas, añade, es contemplar el Verbo». No entiende por allí que las cosas retornan al Logos de Dios que las creó, pero deja entender que hay identidad, o al menos consubstancialidad entre las cosas y el Verbo de Dios. Nicolas de Cusa (Nikolaus Krebs), que no fue un «hereje», entre cuyos puntos de vistas de los extraemos algunas ideas interesantes, tendrá esta fórmula: ¿Que es lo que es Dios, si no la invisibilidad de lo visible? que corresponde exactamente a la misma idea. Giordano Bruno, enseñará «el infinito del universo y la acción del poder divino en su infinito».

Para toda una tradición romántica, Dios y el universo no son más que distintos aspectos y distintos nombres de una sola y misma cosa. «Tratar separadamente a Dios y a la naturaleza», escribio Goethe en 1770, «es difícil y peligroso; es exactamente como si pensáramos separadamente el alma y el cuerpo: ya que solo conocemos el alma a través del cuerpo y Dios a través de la naturaleza.» ¿»Cómo es posible la existencia de una naturaleza fuera de nosotros?» pregunta a Schelling (Sobre la naturaleza de la ciencia alemana).» Según Herder, «la Divinidad se manifiesta orgánicamente, es decir, por medio de fuerzas activas». Hegel afirma: «Amar a Dios, es sentir que se está en el infinito cuando uno se sumerge completamente en la vida». El paganismo sella así una alianza, no con un ser absoluto distinto del mundo, sino con el propio mundo. Concluye un pacto con la tierra: «llegar a pensar Dios y la tierra en una única idea» (Rainer, María Rilke).

Así pues, es por medio del mundo que Dios alcanza su más alto estado de existencia. Dios no se separa del mundo, y con todo no se confunde con él. Dios es la profundidad del mundo; está sobre todo pero no está más allá de nada. Importantes consecuencias resultan de esto. Mientras que en el monoteísmo judeocristiano, el alma es «ontológicamente distinta del ser absoluto, porque ella es creada por él;» en tanto que no es una parte de la esencia divina «(Claude Tresmontant, Les idées maîtresses de la métaphysique chrétienne, Seuil, 1962, p. 83), en la» religión de Europa», el alma es de esencia divina.» Además el hombre y Dios mantienen relaciones de reciprocidad. La unión del hombre con Dios, la encarnación de Dios por el hombre, la elevación del hombre al nivel de Dios son posibles en este mundo. Spengler describe la religión «faustica» como una religión donde la voluntad humana es tratada de igual a igual con la voluntad divina. Heidegger, retomando las palabras de Héraclito, «la esencia de los hombres es la esencia de lo divino», es decir que la Divinidad esta unida a los mortales, que palpita en la cosa que es el lugar de la reunión. En la medida en que están vinculados al ininterrumpido devenir del mundo, los propios dioses se generan en cada una de las «criaturas». La existencia de los dioses depende de los hombres como la de los hombres depende de los dioses. A la pregunta «¿Dios es o no?», la respuesta es que Dios puede ser.» Idea que será desarrollada por Heidegger con el concepto de «posibilización» – en comparación con el de «actualización» consustancial a la metafísica clásica -, pero que ya aparece en Jakob Böhme con el concepto de «potencialidad», e incluso en Nicolas de Cusa, con el de possest.

Meister Eckart, también, reacciona contra la idea bíblica de un dios distante, inaccesible al hombre. Deseoso de contemplar más allá del alma, más allá de las potencias superiores del alma, hasta el fondo mismo del alma, hasta su ser que se confunde con la Divinidad, considera que Dios debe ser acercado al hombre. Llega hasta a escribir: que el alma y Dios pueden llevar una vida en común; el alma puede generarse como Dios.» Es decir, Dios nace en el alma del hombre; se genera en y por medio del alma humana. Dios viene al hombre para nacer, «para devenir» en su alma. En paralelo, Eckart protesta contra la búsqueda de una «santidad» fuera del mundo. Denuncia una «actitud evasiva», y predica «el aprendizaje de una soledad interior» que permita «penetrar en el fondo de las cosas, de consultar a su Dios y su poder, por un esfuerzo vigoroso de la conciencia, darle forma en sí mismo según un método consubstancial» (Entretiens spirituels, 6).

Lutero conceptualiza un Dios inaccesible al hombre. Además niega absolutamente el libre-arbitrio (véase su Tratado de servo arbitrio, redactado en 1525 como respuesta a Erasmo). Sin embargo, coloca la problemática de la unidad del hombre en Dios, lo que le lleva a introducir el concepto de Deus absconditus y a distinguir una doble verdad divina: la voluntad del Dios «revelado, ofrecido, adorado», y la del Dios «no ofrecido, no adorado «. Esta alusión a un Dios no revelado, desconocido e incognoscible, Deus absconditus en majes, es interesante, ya que opone indirectamente dos concepciones antagónicas de Dios: un Dios que está en el Verbo, en el Logos, y un Dios que está en el mundo. Esta teoría luterana se acercó por otra parte a la doctrina nominalista, con su distinción de los «dos órdenes de verdad» (8) .

Mientras que Goethe define al hombre como el «diálogo de Dios con sí mismo», Hölderlin afirma que es la parte divina del hombre quien siente la presencia de lo divino en la naturaleza. Novalis propone afianzarnos «en lo inmutable y en lo divino que está en nosotros». Schleiermacher dice que es impiedad «buscar lo infinito fuera de lo finito». Como sus amigos de juventud, Schelling y Hölderlin, Hegel declara la guerra al dualismo y ve en la oposición radical del hombre y Dios el error básico de la metafísica tradicional. «El ser del alma es divino», escribe Schelling, que añade : «Para aquel cuya alma esta tomada por Dios, Dios no es algo que está fuera de él, ni un ser alejado en el infinito; Dios esta en él, y él esta en Dios.» Más tarde, en su Libro de horas, Rilke planteará la eterna pregunta: «¿Que harías tu, Dios, si yo muero? Con mi muerte, perderías todo tu sentido.»

Esta doctrina del carácter parcialmente divino de la naturaleza humana funde todo el significado existencial del hombre. En el paganismo, el hombre eleva la divinidad mientras se eleva a si mismo; la devalúa solo cuando la considera como un déspota oriental cuyas «órdenes» debería, so pena de sanción, seguir . Meister Eckart habla de la «chispa del alma» (scintilla in anima) por medio de la que el hombre puede alcanzar lo divino. Shaftesbury desarrollará la misma concepción. Johann Heinrich Pestalozzi afirmará: «La voluntad de Dios y lo que yo pueda alcanzar son una y la misma cosa.» Así se encuentra reafirmada la idea que el hombre se convierte en divino cuando da lo mejor de sí mismo, cuando se supera. Hay allí una lógica profunda – y propiamente pagana. El hombre no debe solo ser, ajustarse a su «naturaleza»; debe todavia pretender darse una «sobre naturaleza», adquirir una suprahumanidad – esta suprahumanidad que el monoteísmo judeocristiano quiere impedir adquirir. El paganismo propone al hombre superarse, y así, de participar de lo divino.

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El pensamiento pagano no ignora ninguna antinomia, pero las supera desde una concepción «unitaria» del mundo y de la Divinidad: el nacimiento de los contrarios en la unidad divina viene al fin del dualismo. Tal planteamiento, que consigue, a nivel epistemológico, el antireduccionismo (9), se desarrolla en torno a tres ejes fundamentales: el principio de la Unión de los contrarios y la definición de Dios como esa Unión; el despliegue de Dios en el mundo y, por lo tanto, el despliegue de la contradicción de los contrarios cuya confrontación, necesaria, se reconoce como una de las manifestaciones de la Divinidad; por último, la estructuración del espíritu humano sobre el mismo modelo. «Dios como unidad de los contrarios», escribe Sigrid Hunke, «determina también la estructura del espíritu humano, formado sobre el modelo divino, éste es estructurado por la coincidentia oppositorum (coincidencia de los opuestos), método de conocimiento de un pensamiento de la totalidad [? ] del que la razón, al partir y al combinar, al analizar el pensamiento globalizante del intelecto, como el mundo lo hace para el infinito de Dios, no escapa si es preciso encontrar la unidad de una visión global. «(Europas andere Religion, op. cit.).»

El gran «teórico» moderno de la coincidencia de los contrarios es Nicolas de Cusa (1401-1464), que anticipó algunos trabajos de Copérnico y en el que se reclamó, en particular, Giordano Bruno. La coincidencia de los contrarios es la definición menos imperfecta que se pueda dar de Dios. Dios es el «no otro» (no Aliud). Está «por encima de todos los contrarios», que reúne en él. Él es armonía, concordantia. Para Juan Escoto Eriúgena también, «Dios engloba incluso lo que, a nuestros ojos, parece opuesto, reúne lo similar y lo diferente, el antagonismo de los elementos antagónicos y la oposición de los contrarios». Se encuentra allí la armonía elogiada por los Griegos, a base de alternancias, rebasamientos y complementariedades antagónicas. (No es una casualidad si Dionisos reina sobre el oráculo de Delfos cuando Apolo, cada año, parte visitar los hiperbóreos). Y también uno de los principios de la filosofía shivaíta incorporada al hinduismo ario: «es que los contrarios coexisten en lo divino.»

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¿»Uno de los encantos más escandalosos de la Roma pagana, tiene en cuenta Gabriel Matzneff,  no es esa tolerancia, ese respeto del otro?» (Le Monde, 26 de abril de 1980). Ya mencionamos este problema de la tolerancia pagana, poniendo de manifiesto que nace tanto del reconocimiento de la diversidad humana como de un rechazo del dualismo, en tanto que implica el reconocimiento de la diversidad de las formas de Dios dentro de una afirmación unitaria de lo divino. Pero la tolerancia nace también de la clara conciencia de la coincidencia de los contrarios en Dios. Si no hay alteridad irreducible entre los conceptos, no hay una reconciliación imposible, entonces nada ni nadie podría personificar el mal absoluto, y por eso la tolerancia se impone. Se conocen las palabras de Simaco: «¿Que importa por qué medios cada uno hace su búsqueda de la verdad? No se llega siempre por un único camino a la solución de ese gran misterio». Eso significa que una misma cumbre puede alcanzarse de distintas maneras, que la Divinidad habla a cada pueblo según la «lengua» que este comprende – la lengua de ese ser que es el mundo se habla en una multitud de universos interiores diferentes, suscitando siempre nuevas formas de realización y superación de sí.

Es muy notable, qué en la mitología indoeuropea comparada que evidencia multitud de semejanzas funcionales e «ideológicas»,  los nombres de los dioses para una misma función no son casi nunca los mismos, ni están vinculados a la misma raíz. En Grecia, con excepción de Zeus – que no es el nombre de un dios sino el nombre de Dios: °dyêus o °deiwos (Zeus Padrenuestro: dios-padre) -, los nombres de los dioses Olímpicos no parecen griegos (los casos de Poséidon, Héra y Dionysos permanecen siendo discutidos). A priori, la probabilidad de «olvidar» el nombre de dios principal parece con todo bastante escasa. Todo pasa como si, sobre una estructura básica heredada, podían darse los nombres más distintos. Héraclito, en el fragmento 32, dice: » Uno la Cosa Sabia y Sola :»quiere y no quiere que le llamen con el nombre de Zeus». Lo importante no es tanto el propio nombre como el hecho de que el hombre pueda hacer que dios exista al invocarle.

«Dios solo aparece donde las criaturas lo llaman», afirma Meister Eckart (sermón nolite timere eos qui corpus occidunt). Dice también: «cuando toma conciencia de sí mismo, Dios se reconoce a si mismo» – y por eso menciona al viejo Odín «que se colgó a si mismo». Hölderlin, le apoya en la idea de que dioses siguen siendo hasta cierto punto imperfectos mientras los hombres no les representen. Sólo en el hombre es que dioses toman plenamente conciencia de sí mismos y se realizan. El papel – inocente y terrible – del poeta consiste entonces en experimentar la aspiración de los dioses aún desprovistos de conciencia, en llamarlos a la existencia nombrándolos e iniciando con ellos un diálogo fundador a partir del cual se crearán todos los diálogos futuros.

«Lo que silencia el oráculo de Delfos, observa Jean-Luc Marion, esto no es cualquier superchería descubierta (Fontenelle), sino la desaparición de los Griegos » («La double idolâtrie. Remarques sur la différence ontologique et la pensée de Dieu «, en Richar Kerney y Joseph Stephen O’Leary ed., Heidegger et la question de Dieu, Grasset, 1980, p. 49). Para encontrar el espíritu de Delfos, es necesario retornar incluso a las fuentes del pensamiento griego, al origen de ese pueblo griego que Hölderlin, en su élégia del Archipelago, llamo el inniges Volk. Es necesario que los Griegos «reaparezcan» para que nuevos dioses aparezcan – estos dioses que representan un «otro principio». Ya que se trata efectivamente de hacer reaparecer a los dioses. Entrevistado en 1977 por Spiegel, Heidegger declaraba: «Solamente un dios puede salvarnos (Nur noch ein Gott kann uns retten).» Nos queda la sola posibilidad de preparar en el pensamiento y la poesía una disponibilidad para la aparición de dios o para la ausencia de dios en nuestra decadencia «. Esta idea de que «los dioses están cerca» es mencionada también por Jünger, cuyos vínculos con el pensamiento heideggeriano son conocidos: «la soledad del hombre aumenta, el desierto se extiende en torno a nosotros, pero es quizá en este desierto en el que los dioses vendrán» (entrevista con Gilles Lapouge, La quinzaine littéraire, 16 de febrero de 1980).

En La voluntad de poder, Nietzsche escribe: ¿»Es que con la moral también resultó imposible la afirmación panteísta de un sí a todas las cosas?» En el fundamento y en la realidad, el Dios moral ha sido refutado. ¿No tendría sentido pensar a Dios más allá del bien y del mal? «La respuesta a esta pregunta es inequívoca.» La muerte del «Dios moral» deja en adelante – al término «del nihilismo europeo» – el lugar libre para la llegada de «nuevos dioses» cuya «función afirmativa sostiene este mundo, que es el único» (Jean-Luc Marion, art cit.).»El Dios muerto del que habla Nietzsche no es más que un cadáver entre otros, y este cadáver nunca tuvo nada de divino: este «dios» se había transformado demasiado deprisa en el dios de los filósofos. Cuando se dice que el paganismo ya había muerto cuando el cristianismo se impuso, se dice una medioverdad: queda claro que sin la relativa decadencia de la fe ancestral, ninguna fe nueva habría podido triunfar. Pero se olvida decir que, al mismo tiempo, el cristianismo intentó desposeer a Occidente de la verdad del pozo sin fondo abierto por la ausencia de los antiguos dioses – intento desposeer a Occidente de la posibilidad de hacerlos volver de nuevo. Tal es la interrogante a la cual nos enfrentamos: saber si los dioses vincularán de nuevo su destino con el nuestro – como ya lo hicieron antes.

El ser (Sein), en Heidegger, es inseparable del hombre como ser-alli (Dasein). Este ser, que «se encuentra en la historia» al   punto de ser «temporal en el fondo de su ser»,  que no se confunde con la suma o la sucesión de los otros entes, solo siendo en sí proporcionable de sentido, posee un carácter determinado que se delimita en cuatro términos: es la permanencia con relación al devenir, lo siempre- idéntico con relación a la apariencia, lo subsistente con relación al pensar, lo aún no (o ya) realizado con relación al proyecto. «Permanencia, identidad, subsistencia, pro jacence, todas las palabras dicen básicamente lo mismo: «adestance contestante». Pero el ser heideggeriano no es Dios – que sería entonces lo que es supremo – no es la simple suma de los entes. Este ser no puede prescindir del hombre, al igual que el hombre no puede prescindir de él. En efecto, sólo el hombre puede preguntarse sobre el ser; sólo es el tema de la experiencia vivida que accede a su verdad por comprensión de la verdad del ser. Esta es la razón por la que la cuestión del ser es realmente la cuestión fundamental, cuya solución es necesaria para «el despertar del espíritu» – un espíritu sin cesar amenazado por la «irritación» y la «mécomprehensión». El pensamiento del ser nace de su cuestionamiento – de la cuestión de ¿»si hay algo diferente a la nada?» – mientras que para la fe, tal cuestión es increíble ya que Dios constituye precisamente la respuesta a priori, la «respuesta» que impide que la cuestión se plantee.» Preguntarse que es el ser, es lo mismo que preguntarse que es nuestro de ‘estar-alli’ en la historia. Es pues preguntarse también sobre la naturaleza y la identidad del hombre. Ontología, metafísica y antropología están vinculadas. De ahí viene esta observación de Heidegger: «Sólo a partir de la verdad del ser se puede pensar la esencia de lo sagrado.» Sólo a partir de la esencia de lo sagrado es que se puede pensar la esencia de la divinidad. Sólo en la luz de la esencia de la divinidad es que puede pensarse y decirse lo que debe significar la palabra Dios «(«Cartas sobre el humanismo», en Cuestiones III, Gallimard, 1966, p. 133).

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Con la implantación del cristianismo en Occidente comenzó un lento proceso de disociación y estallido de todos los órdenes de la socialidad. Este proceso tuvo por esencial la coexistencia en el universo mental europeo de dos espiritualidades antagónicas. La muerte del «Dios moral» pone de manifiesto que tal coexistencia se quebró. Se trata ahora de llevar tal proceso a su término, de llegar a su inversión dialéctica y a su superación. Se trata de abandonar una metafísica donde Dios creó el mundo ex nihilo, dónde Dios es causa prima de dónde proceden la tierra y el cielo, luego el hombre, por una metafísica donde el hombre puede en todo momento acceder a la existencia de Dios que espera su llamado para llegar a la plena conciencia de sí mismo – una metafísica que supedita a Dios al ser en el seno de una quadritud (das Geviert, la Quadritud heideggériana) que incluye a la tierra, el cielo, al hombre y a Dios, sin que ninguno de estos cuatro elementos constituyan el centro, sino, al contrario, de forma que sea solamente a partir de este conjunto que sea posible a cada cual ser lo que es. Se trata, no de buscar una «verdad» objetiva fuera del mundo, sino de crearla voluntariamente a partir de un nuevo sistema de valores. Se trata de fundar un neopaganismo que permita la realización de un «modo de la existencia autentica», es decir, el compromiso responsable de la «decisión resuelta que anticipa», y que crea en el hombre, «ser hecho para la muerte», las condiciones de un «régimen de poder» espiritual que favorezca permanentemente la elevación y la superación de sí. Se trata, finalmente, de volver a dar nacimiento a una metafísica que excluya todo planteamiento crítico que en primer lugar no haya realizado una aprobación jubilosa del mundo, que excluya cualquier planteamiento mental basado en el exilio o en la negatividad hacia el mundo, que excluya el eterno no del monoteísmo dualista – es decir, una metafísica donde el arraigo, el estar, el vivir y el pensar van juntos y se perciben como iguales.

El hombre es por excelencia un dador de sentido. «No descubre» lo que habría estado allí antes de él. Él fundamenta y crea el mundo por el sentido que da a las cosas, por el significado, siempre plural, que asigna al conjunto de los entes. Y como esta fundación resulta de actos y elecciones siempre renovadas, el mundo no es, pasa a ser – no se crea de una vez por todas, constantemente es fundado por nuevas prestaciones de sentido (Sinverleihungen). En la actualidad, la mayor prestación de sentido que sea posible imaginar es la que anuncia y prevé el renacimiento de los dioses. Queremos, en pos de un nuevo comienzo, realizar la «apropiación» (Ereignis) que es la implicación recíproca del ser y del tiempo, realizar la síntesis triunfal anunciada por Joachim de Fiore. Y para eso, proyectar en el universo el cuestionamiento esencial. No son, desgraciadamente, los intelectuales quienes lo harán: «lo que es permanente, dijo Hölderlin, los poetas lo fundan».

Notas

1 – En un artículo titulado «Los malentendidos del neopaganismo» (recogido en La Torre, marzo de 1979; trad. Francia.: Centro Studi Evolani, Bruselas, 1979), Julius Evola cuestiona la validez del uso de la palabra «pagano», que él mismo empleó en 1928 en su libro Imperialismo pagano (Atanor, Todi- Roma). Toma como pretexto que la palabra paganus fue en sus orígenes «un término peyorativo, a veces incluso abusivo, empleado en las polémicas de la primera apologética cristiana». Esta opinión nos parece poco válida, no sólo porque el término fue consagrado por el uso y tomó con el tiempo otras resonancias, sino también porque no es raro el caso de movimientos que transforman en títulos de gloria los calificativos de desprecio que les han otorgado (véase el ejemplo de lo mendigos holandeses). Por otro lado, estamos de acuerdo con mucho otros aspectos de este texto.

2 – Sin embargo, no es una teocracia. Por una parte, la función soberana, política, conserva su autonomía. Por otra parte, no es la ciudad de los hombres quien es controlada según los principios que supuestamente regulan la ciudad de Dios, sino más bien, es el universo de dioses que se concibe como la proyección ideal del universo de los hombres.

3 – El calendario en uso desde la Edad media en el judaísmo fue hecho para hacer corresponder el «primer año» con la Creación. La cifra así obtenida (5740 = 1980), a partir de un estudio de la cronología bíblica, se toma generalmente hoy como convención. Este método de datación manifiesta una clara intención de no hacer coincidir el comienzo del tiempo con ningún acontecimiento humano.

4 – La tesis de la exégesis católica, desarrollada, en particular, por Tresmontant (cf. Problèmes du christianisme, op. cit., pp. 47-73), de considerar como prueba que el mundo comenzó, y que se creó racionalmente. La primera de estas propuestas, que está incluida en la ciencia experimental, se alimenta con las especulaciones sobre la explosión o big bang que habría dado nacimiento al universo hace aproximadamente quince mil millones de años. Esta propuesta nos parece totalmente discutible, al igual que cualquier teoría que hace depender la fe de la razón o que se propone «probar» creencias eternas mediante hechos científicos por definición revisables y contingentes. La teoría del big bang experimentara lo mismo que las otras: un día u otro será sustituida por otra – y es precisamente eso lo que es científico. Suponiendo que tal «comienzo» se haya producido efectivamente, nada permite afirmar que se trató de un comienzo absoluto, y no simplemente del inicio de un nuevo ciclo. La opinión de Tresmontant, según la cual «el múltiplo como tal no puede darse a sí mismo la información que no poseía», es a nuestros ojos un sofisma basado en un conocimiento necesariamente incompleto. La ciencia, en nuestra opinión, seguirá siendo muda ante la cuestión de las causas últimas.

5 – «Rendir culto a las piedras, a los árboles, a las fuentes, encender cirios a las cruces, no es pues, si no la religión del diablo [? ] Que las mujeres, al tejer, invoquen a Minerva, que elijan casarse en el día consagrado a Venus, que se tenga demasiado cuidado con el día cuando se embarca, que se le consagre, por sortilegios, con las hierbas para lanzar suertes, que se mencione por la magia el nombre de los demonios, y otras muchas otras cosas que sería necesario enumerar, todo eso es la religión del diablo»  (Sobre la conversión de los campesinos, pp.15-16).

6 – Louis Gernet y André Boulanger observan: «Ningún sistema filosófico ha dado tanta importancia al problema religioso.» Se puede decir que toda la concepción estoica del universo, la naturaleza y los destinos del hombre depende de su teología, que su ideal de sabiduría, que su moral práctica, tanto individual como social, tienen un fundamento teológico»  (Le génie grec dans la religion, Albin Michel, 1970).

7 – Cf. notablemente Sigrid Hunke, Europeas andere Religion. Die ueber-windung der religiösen Krise, Econ, Düsseldorf, 1969 ; y Glauben und wissen. Die Einheit europaïscher Religion und Naturwissenschaft, Econ, Düsseldorf, 1979.

8 – Además de la de Agustin de Hipona, Lutero sufrió mucho la influencia de Guillermo de Occam y sus discípulos (Jean Buridan, Pierre de Ailly, Jean Gerson). Por momentos, parece a adherir a esa vía moderna que demuestra la inconsistencia de los «universales», es decir, conceptos generales que representan, bajo una forma abstracta, el elemento común «absoluto» de todos los elementos de una misma categoría. La teoría nominalista de los «dos órdenes de verdad» influyó por otra parte a numerosos teólogos alemanes, entre ellos, Gabriel Biel, fallecido en 1495.

9 – Uno de los principios del antirreduccionismo es que un conjunto no se resume solamente a la suma de sus constituyentes. Este principio se aplicó en la sociología política por Gustave Le Bon (Psicología de masas, 1895), en la musicología por von Ehrenfels (Ueber Gestaltqualitäten, 1890), en la psicología por la Gestalttheorie, en la biología por Ludwig von Bertalanffy, en la física por Ernst Mach, en la historia por Wilhem Dilthey, etc…


Situación de los movimientos de la Tercera Vía

noviembre 8, 2006

Retomo mi weblog tras un avance pequeño pero positivo en la red a la que pertenezco, para comentar la situación actual de las corrientes del amplio abanico de la Tercera Vía.

Parece ser que la corriente más fuerte últimamente, en cuanto a agitación, actividades y coordinación es el movimiento NR. Esta vía está representada por partidos como el MSR, NyR, un pequeño sector en AN, en asociaciones como Frente NR, Arganda Army (Carpetana actualmente), Combat España etc… La mayor parte de sus miembros son más bien jóvenes y, por lo que se puede ver, con muchas ganas de hacer cosas. Y eso se nota, pues actualmente son un renovado motor «revolucionario», una energía autónoma a diferencia de hace unos años, dónde los NR tenían que militar en distintos grupos que no eran NR pero que decían aceptar a esa corriente, aunque luego no les prestasen la más mínima atención. Por eso creo que los nacionalrevolucionarios han hecho bien en elegir su camino, única forma no sólo de preservar esa corriente, sino de desarrollarla y de ponerla al mismo nivel que las demás, de «tú a tú». Además, el hecho de hacer actos conjuntos, de crear una especie de frentismo NR -una coordinadora NR- hace que tomen cada vez más fuerza. No es descabellado decir que es la opción más fuerte entre los sectores más jóvenes, esperemos que esto no sea negativo sino todo lo contrario.

Por su parte, el movimiento Identitario en España es algo ambiguo. A él se adscriben movimientos no muy identitarios como los populistas o los demócratas nacionales, partidos cuyo programa es más bien nacionalista y no identitario. Hay que hacer precisión en esto porque no es lo mismo. En Francia, por ejemplo, esa linea está sabiamente marcada, por un lado los nacionalistas del FNF y por el otro los identitarios como  el Bloc o las Juventudes Identitarias. Sin embargo creo que en España no ha calado suficientemente la corriente identitaria (que es hija de la Nueva Derecha como concepto pero no como ideología), que se ve diluida en nacionalsocialistas etnicistas, nacionalistas españoles y regionalistas. Su futuro pasa, al igual que el de la corriente NR, por buscar su vía autónoma. En cuanto a asociaciones, tal vez esté vagamente representada por Edenia.

La Nueva Derecha (mal asunto lo del nombre) es algo complejo de captar, ya que fue una escuela de pensamiento y su plasmación en la política programática es cuestión prácticamente de magia. Tenemos al Círculo Metapolítico Nueva Derecha, a la revista El Manifiesto, a un sector en Democracia Nacional, algún despistado en la putrefacta España 2000 y poco más. La Nueva Derecha en España ha tendido al populismo nacional, al jacobinismo y prácticamente con ello ha desaparecido, salvo en su bastión del manifiesto y su hipotético proyecto de creación de algo más. Están en ello dicen. Veremos a ver.

Existen otras corrientes aun más pequeñas dentro de la Tercera Vía, mezclas, esencias, síntesis difíciles de captar, así como movimientos históricos, NS, NSin etc… Que ya comentaremos más adelante.


UNA BREVE HISTORIA DEL NACIONALISMO REVOLUCIONARIO EN ESPAÑA

octubre 31, 2006

Material elaborado por miembros del colectivo NuevOrdeN
Los autores de este artículo desean con el mismo iniciar un debate dentro del nacionalismo español. Para hacer la revolución son necesarias ideas y
son necesarias ahora mismo.

1.ORÍGENES DEL NACIONALISMO REVOLUCIONARIO EN ESPAÑA.
La mayor parte de los nacionalismos revolucionarios del resto de Europa, nacieron de la gran derrota nacionalista de 1945 y de la Paz de Yalta que partió a Europa en dos grandes bloques: el oriental en donde los nacionalistas fueron sistemáticamente asesinados y las diferencias nacionales reducidas a elementos folklóricos dentro del sistema comunista; y el occidental, donde tras una massacre inicial, los nacionalistas fueron marginados más que asesinados, a menos que eso fuera realmente necesario, y en donde las diferencias nacionales fueron lentamente laminadas por una pseudocultura de Coca-Cola y películas de Hollywood, hecha a partes iguales de intereses económicos y degradación espiritual. El nacionalismo revolucionario español nació, por el contrario, no de una derrota física sino de una derrota espiritual. Victoriosos los ejércitos nacionales en la guerra civil de 1936, creado a partir de esa derrota un estado nacional que en sus primeros años pudo facilemente ser confundido con un Estado Nacionalista y Revolucionario, y lo fue en muchas de sus leyes sociales sobretodo las inspiradas por los falangistas, a partir de 1945, con la derrota del Eje en la Segunda Guerra Mundial el Regimén nacido el 18 de julio emprendió una lenta decadencia que lo llevó de ser una casi dictadura fascista a un casi estado liberal monárquico. Ya en 1956 el Movimiento Nacional – el partido único – había quedado reducido a un mero aparato de tipo burócratico y para estatal que facilitaba comparsas para las visitas del Caudillo a las provincias y policías no pagados con los que perseguir a los rojos sobrevivientes de la Guerra Civil y a sus hijos. A partir de  los años cuarenta el regimén franquista decidió tomar sus distancias con el derrotado Eje e insistir más en su caracter católico, anticomunista y autoritario que en el fascismo original de Falange. Una generación entera de jóvenes falangistas creció creyendo que no tenía nada en común, a pesar de los saludos brazo en alto y los uniformes, con los nacionalistas de resto de Europa. No fue sin embargo sino a partir de los  años cincuenta que de los grupos franquistas y falangistas comenzaron a surgir toda una serie de movimientos que evolucionarían a lo largo de los años de forma muy diversa.
Por un lado estaban los franquistas duros que veían, no sin razón, en el retroceso del Regimén en las Universidades un peligro para la subsistencia del Sistema Franquista. De esos franquistas duros salieron gran parte de los grupos nacionalistas que como la Hermandad Nacional Universitaria, la Acción Universitaria Nacionalista, las Defensas Universitarias, redujeron su activismo a un mero anticomunismo. Del sector más católico y anticomunista salió la revista Fuerza Nueva que después se transformaría en el partido político del mismo nombre.
Por otra parte estaban los falangistas que a partir de sus convicciones de tipo social tomaron caminos muy diversos. Los hubo que a partir del sindicalismo original de un Ledesma o Hedilla pasaron desde posiciones de oposición fascista al franquismo a un sindicalismo revolucionario, de un sindicalismo revolucionario a un antifranquismo antifascista y acabaron en lugares tan distintos como los sindicatos anarquistas, los grupos antifascistas radicales o incluso el comunismo en su variente más despreciable, el troskismo.
Hubo otros falangistas movimientistas que tuvieron un fin aún más despreciable y «adaptando» el Estado franquista a lo que ellos consideraban las necesidades de la Europa de la postguerra acabaron en la UCD.
Finalmente existió un pequeño grupo de falangistas y excombatientes de la División Azul que permanecieron fieles al fascismo de la primera falange y a partir de los años cincuenta y sesenta comenzaron a tomar contacto con grupos que en el resto de Europa luchaban contra el sistema de Yalta. Fue a partir de la iniciativa de uno de esos pequeños grupos nacionalista que surgió la revista JUANPEREZ, publicada  en Barcelona, en la que aparecieron artículos Jacques Thiriart (1)- en aquellos días el neofascista más importante de Europa y creador de la JEUNE EUROPE, grupo que tuvo una pequeña sección en España -, de los combatientes de la OAS, aún en lucha contra De Gaulle, junto a los veteranos de las SS europea. Fue en JUANPEREZ que publicó sus primeros artículos Joaquín Bochaca, que llegaría a ser el principal revisionista europeo, y Jorge Mota, que fundaría el primer grupo legal del neofascismo español.
Fue de la coincidencia de los colaboradores de JUANPEREZ, de un grupo de antiguos combatientes europeos, de la SS, de los partidos fascistas de preguerra, de la División Azul, y de un grupo de simpatizantes españoles de JEUNE EUROPE, que nació CEDADE, un grupo que desde 1969 hasta 1994 mantuvo en alto la bandera del nacionalismo revolucionario en España.
Explicar el porque CEDADE, un grupo que por mucho tiempo tuvo la exclusiva de ideas revolucionarias, que tendrían que haber atraido a las masas juveniles, no pudo crecer es algo que escapa a escapa a la extensión de estas páginas. Baste decir que no coincidieron las ideas con las oportunidades, que el sectarismo venció sobre las necesidades políticas y que no siempre hubo dinero para llevar a cabo todos los planes pensados. Pero, al margen de su fracaso como grupo político, CEDADE logró introducir en un mundo demasiado satisfecho consigo mismo, el del nacionalismo español de la década del sesenta, toda una serie de ideas nuevas llegadas de Europa:la solidaridad con las otras naciones occidentales; el revisionismo histórico en defensa de los derrotados de la guerra del 45; el combate cultural y la necesidad de recrear una cosmovisión política para el nacionalismo peninsular como no lo había vuelto a tener desde la década del treinta. Esas ideas fueron retomadas después por todos los demás grupos creados a partir de excisiones de CEDADE, a veces incluso por grupos creados por gente peleado personalmente con CEDADE. A CEDADE le siguió el PENS en Barcelona (1972), el MSE de Valencia (1973), el MNR de Madrid (1973), la LEGION AZUL (1973) – a medio camino entre el nazismo y el falangismo- en Madrid, el JEP en Barcelona (1977) y la JNR (Barcelona 1977) y Madrid (1979).
Desgraciadamente a partir de 1975, justo cuando todo el mundo comienza a pensar y hablar en terminos políticos en España, CEDADE, y por extensión los demás grupos nacional revolucionarios, que habían desarrollado una larga serie de ideas originales en la época  final de franquismo se ven reducidos cada vez más, debido a la falta de medios para desarrollar una política independiente y a su deseo de no alinearse con las otras fuerzas nacionales, a un papel testimonial y nostalgico y pasan cada vez más tiempo reidvindicando pasados gloriosos que fúturos necesarios.
CEDADE desaparecera finalmente a mediados de los noventa. Durante su existencia publicó decenas de boletines locales, una revista de circulación internacional, un centenar largo de libros -algunos de ellos inigualables en su genero-, cintas de música nazi, posters, videos… Ninguno de sus críticos logró nunca hacer algo equivalente. Y sin embargo fracasaron al aceptar quedar reducidos a un mero grupo testimonial dedicado a la defensa de un mundo desgraciadamente muerto.
En la parte final de la década del ochenta y principios de la del noventa aparecera en Madrid otro grupo que lograra renovar el nacionalismo español, las llamadas BASES AUTONOMAS. Las Bases autonomas supusieron un cambio total en la forma que los nacionalistas afrontaban los problemas políticos del país, por primera  vez desde la década del treinta un movimiento nacionalista se definía no sólo con sus palabras sino también con sus actos como definitivamente antisistema. Desgraciadamente la actuación de las Bases no revitalizó la derecha nacional española sino que contribuyó a  aislarla y marginalizarla más aún de la única base social, los tardo franquistas, que tenía sin dotarla de una base social nueva. Con los  nacionales moderados practicando el voto util -¿util a quién?- , el último gran partido de la derecha nacional disuelto -Fuerza Nueva- y los  nacional revolucionarios transformados en un movimiento marginal acabó la década del ochenta. La situación de los neofascistas españoles era, por fin, equivalente a la de sus homologos europeos a finales de los años cuarenta. ¿Qué queda del nacionalismo revolucionario en España? Practicamente nada. De CEDADE sólo queda una librería (2), acosada por las deudas y el activismo izquierdista. De los grupos  nacionales menos que nada. No existe hoy en día un grupo nacionalista que tenga atractivo para las masas, o pueda siquiera congregar las  masas -llegaron a ser verdaderas masas que se reunían quince años atrás. En otros países, otras organizaciones se han visto obligadas a  reinventarse, y a veces lo han hecho con el mayor de los exitos. El FRONT NATIONAL en Francia ha logrado resultados electorales que le transforman en el cuarto partido de Francia, el MSI italiano logró incluso tener ministros en uno de los gabinetes de Berlusconi. ¿Por qué el nacionalismo revolucionario no logró avanzar en España? Incluso a finales de la década del ochenta cuando el hundimiento del bloque sovietico, el súbito descubrimiento de que «el comunismo es impopular’, el resurgir de los nacionalismo en la Europa Central, el ascenso electoral del Front National en Francia y de Lebed en Rusia, la oleada de de activismo que va de finales del ochenta y nueve hasta el noventa y uno no parece afectar a las fuerzas políticas nacionalistas en España que se ven incapaces de aprovechar la ocasión, continuan empleando un lenguaje anticuado y proyectando una imagen completamente paseista en lugar de reclamar su puesto como vanguardia de la sociedad. Y sin embargo estamos ya en un tiempo en que el fracaso del modelo socialdemocrata propuesto por el PSOE ha fracasado evidentemente y en que  el hoy triunfante -¿triunfante?-PePe aún no ha logrado transformarse en una opción de gobierno. En circunstancias muy parecidas el  nacionalismo francés había logrado pasar de un ser un movimiento marginal a tener un quince por ciento del voto popular.
2.ALGUNAS OPINIONES SOBRE LA DERECHA NACIONAL ESPAÑOLA Y EL NEOFASCISMO
El hecho de que el nacionalismo español saliera vencedor de la guerra civil fue algo positivo para España, retrasó más de cuarenta años las tendencias separatistas que ahora afectan al país, creó un sistema político estable en el que creció la actual España industrializada y urbana. Al margen de sus fallos lo cierto es que el franquismo garantizo Orden Público, Paz Social, Progreso Nacional. El franquista fue un  regimen de tipo conservador que sólo por motivos coyunturales adoptó un aspecto exterior fascista. Franco no era un lider popular o  populista salido desde abajo que alcanzara el poder al frente de un partido subversivo sino que era el producto de una de las más antiguas instituciones españolas, el ejército, y su victoria fue la de una España tradicional que en el 1939 todavía existía en el mundo real, y que con todos sus fallos era superior a la República masónica, laica e izquierdista derrotada por ella, pero que en 1975 ya había dejado de existir. En  la España de Franco, la Falange hubiera podido ser, y a menudo fue, un elemento de renovación social, pero la derrota del Eje en la II Guerra Mundial, la desfasticización posterior del sistema, el bloqueo internacional y, finalmente, la burocratización del partido. provocaron su fracaso.
Los movimientos nacionalistas revolucionarios de hoy son hijos de aquellos otros nacidos entre los vencedores de 1939 descontentos con la estrechez de su victoria. Durante los años sesenta, setenta e incluso después siempre hubieron líneas de comunicación abiertas entre los patriotas que, descontentos con la orientación cada vez más liberal del sistema franquista, estaban cada vez más en la oposicíon y aquellos otros que dentro del mismo, a veces -las más de las veces- honestamente, permanecían en sus puestos dentro del sistema. Comisarios  franquistas, guardias civiles que habían pasado sus vacaciones en los campamentos del Frente de Juventudes, jueces de la División Azul,  acostumbraron a los militantes nacionalistas a una cierta tolerancia que se extendió a los primeros años de la democracia. No es que los  neofascistas fueran amigos del Estado o que el Estado tratara de manipular a los neofascistas. Lo que pasaba era algo más sencillo: los   enemigos del fascismo eran, tambien, muchas veces, enemigos no ya del Estado Franquista sino del mismo Estado Español. Y los mismos  antifascistas estatistas, la UCD primero y el PSOE después, cuando llegaron al poder siguieron con muchos de esos grupos, que habían  entrado al combate como antifascistas, la misma política de guerra sucia empezada durante el último franquismo.
Los neofascistas europeos, sobre todo los franceses, belgas e italianos, crecidos en medio de la horrible represión desarrollaron, obligados por la situación, toda una serie de nuevas consignas que les permitieran sobrevivir en medio de un mundo totalmente hostil.  Aprendieron a distinguir lo importante de lo accesorio, a prescindir de la parafernalia y el vocabulario de los años veinte y treinta de forma que cuando el público veía una caricatura antifascista no pudiera identificarla con ellos. Los neofascistas italianos y franceses aprendieron a trabajar el mundo de la cultura, a crear organizaciones paralelas, a trabajar a largo plazo en vez de tratar de reproducir mecanicamente los  intentos de tiempos pasados. Grupos como Avanguardia Nazionale, o, en un ambiente menos violento como era el francés, Occident y Ordre  Nouveau crearon un nuevo estilo que reflejaba todas las esencias del nacionalismo clásico pero permitía vivir a sus militantes en su tiempo real. Un militante de Ordre Nouveau era un adolescente de los años sesenta no vivía como una generación antes. Y por vivir en su tiempo la   gente de Ordre Nouveau logró ser tratada como una fuerza política incluso por sus enemigos. Nadie se lanzó a largas polémicas con Ordre   Nouveau sobre el Holocausto -algo que podía o no haber ocurrido antes del nacimiento de la mayor parte de sus miembros- sino que se  discutía con ellos sobre la inmigración, sobre la devalorización de los titulos academicos – en una universidad destruida por el mayo del 68 –  sobre la seguridad ciudadana, sobre la pena de muerte.
La persecución ejerció como mecanismo de selección permitiendo que sólo los mejores grupos nacionalistas sobreviviera, condenando  a la extinción a aquellos que confundían el folklore y la historia con la política. La misma ausencia de persecución, hasta el comienzo de la  década del ochenta por lo menos, hizo que fuera demasiado cómodo, al menos intelectualmente, ser fascista en España.
La seguridad de tener al Estado como enemigo obligó a los neofascistas italianos y franceses a reflexionar sobre su naturaleza, a  analizar sus puntos debiles, a plantearse las distintas formas de conquistarlo, debilitarlo o al menos ganarse parte del mismo. Los intentos de golpe de estado fracasados del Principe Borguesse, el activismo en Reggio – Calabria – durante los primeros años de la década del setenta,   el pustch de Argel contra la IV República francesa, los atentados del OAS, la opción electoralista de los ultras franceses, son caminos  distintos, resultado de formas distintas de entender la política, que tienen en común por lo menos un punto. Eran opciones de tipo político nacidas de la reflexión. Existían planes que luego resultaron no ser maestros, líneas políticas y estrategias a corto, medio y largo plazo  destinadas a substituir una forma de Estado por otra y aunque a veces en esas estrategias tuvieran entrada elementos no políticos, ya fueran  estos Carabineros italianos o paras franceses, lo cierto es que la dirigencia era civil y civiles sus objetivos. Por oposición a esto, el grito de  batalla de los ultras españoles durante los últimos años del franquismo y los primeros de la democracia, fue «Ejército al Poder». Ese es un   grito en el que está concentrada toda la impotencia y la falta de analisis político de las llamadas Fuerzas Nacionales españolas que    confesaban, en tres palabras, ser incapaces no ya de tomar el poder por la fuerza o por la ley sino incluso de administrarlo. No es por  casualidad que sea después del fracasado golpe del 23 de febrero cuando desaparezca de las calles la mayor parte del activismo nacionalista.  Detrás del nacionalismo español no había nada. No había una estrategia para la conquista del Estado que fuera más allá de desear que se  repitieran las mismas circunstancias de 1936, salvo que los generales del Ejército Español ya no eran jóvenes y las tropas coloniales no se  movieron.
Los neofascistas españoles olvidaron que no es posible una revolución sin un partido revolucionario, que no es posible un partido  revolucionario sin una ideología revolucionaria, que la existencia de una ideología revolucionaria es inutil sin una praxis revolucionaria y  que una praxis revolucionaria que no forme parte de un plan de acción no es las más de las veces que una perdida de tiempo que cansa a los  militantes y los separa de la causa – en el mejor de los casos – o vandalismo que los aliena de la sociedad que los rodea – en el peor de los   casos-. Los ejemplos de CEDADE, que por más de veinte años gastó los esfuerzos de un dedicado grupo de militantes en busca de objetivos  políticos que nunca fueron definidos, y de las BASES AUTONOMAS, que lograron separar al nacionalismo revolucionario de Madrid de la   única base social que les hubiera podido ayudar, son los más claros. Lo más terrible de estos ejemplos es que tanto los miembros de  CEDADE como de las BASES AUTONOMAS no sólo no parecieron comprender sus fallos sino incluso disfrutar con su marginación. NOS  MARGINAN PORQUE SOMOS LOS MEJORES, parece ser la explicación -¿excusa?- de los nacional revolucionarios españoles. SI  SUPIERAN COMO SOMOS VENDRIAN CON NOSOTROS, parece ser la gran esperanza de grupos que nunca se han molestado en  actualizar y hacer más comprensible su mensaje al país.
ES HORA DE VER LA REALIDAD CARA A CARA
Es hora de darnos cuenta de la fecha en que vivimos. Hay que diferenciar lo esencial de lo secundario; lo que es eterno de lo que fue   accidental de la Alemania, la Italia o la España de los años veinte y treinta. La necesidad de unir a las clases y grupos sociales de una misma  nación en torno a un proyecto común en oposición a las tendencias atomizadoras del mundo moderno es básica; la necesidad de subordinar  la política a una ética basada en las tradiciones occidentales es básica; la necesidad de hacer junto a la política y la economicia una  revolución cultural es básica. Lo otro: los uniformes, las formaciones paramilitares, puede ser bonito pero si es necesario desembarazarse de  eso para triunfar, hacerlo no es una traición. En una revolución la única traición consiste en ser derrotado porque en contra de lo que la gente  cree las revoluciones no consisten en alzarse contra el poder establecido sino en substituirlo y usar, y si es necesario abusar, de ese poder.
Y puesto que hay gente que sería incapaz de identificar un movimiento fascista si este no hiciera referencia a tiempos pasados, y  ciertamente mejores, hagamos ahora alusión a nuestro pasado para decir algo, definitivo, sobre el mismo: SE ACABO. El mundo ha cambiado mucho desde que los primeros fascistas se reunieron y juramentaron en la Piazza del Santo Seppulcro. Tan sólo diez años después  los que trataron de copiarles fracasaron. La idea de que siete jóvenes se pueden reunir en una cervecería – de tipo alemán por favor – fundar su   partido, reunir once millones de militantes en once años y tomar el poder es irreal. Ni siquiera aquel que aparentemente no puede ser  nombrado, lo hizo así, y desde que se reunió por primera vez en una cervecería hasta que tomó el poder pasaron muchas cosas que parecen  olvidar aquellos que ahora se dicen sus seguidores y no son sino sus imitadores. El mundo ha cambiado y ya no permitira el surgimiento de  otro fascismo como el original o de otro Hitler, lo que no debe preocuparnos, porque el mundo de Hitler era un mundo distinto al nuestro y en  el que las potencias entonces reinantes lo que deseaban impedir era el surgimiento de un nuevo Bismark. ¿Qué hacer? Ya que hemos citado a  Hitler preguntemonos que haría El. Y la verdad es que no sabemos que es lo que haría hoy, pero sabemos lo que hizo entonces. No copió el  pasado, fue original, adaptó -y a veces creo con esa inocencia de los creadores que son originales y no lo saben- formas nuevas de  comunicación de masas, explotó todos los recursos de la tecnología existente, ayudó al desarrollo de nuevas tecnologías, combatió donde  encontró a sus enemigos y sobre los temas que estos escogieron. Fue Revolucionario frente a los que confundían la Tradición con el mero   repetir de rituales ya carentes de significado y Tradicionalista frente a los que creían que la Revolución consistía en hacer tabla rasa con una historia varias veces milenaria. La mejor lección que podemos tomar de Hitler es que Hitler fue Hitler, cuando eso era extremadamente  impopular y los patriotas de su país querían otro Canciller de Hierro, y que si viviera hoy es seguro que nos ordenaría que fueramos nosotros   y no clones de él. Nuestro primer deber como revolucionarios es comprender el mundo que nos rodea sin excusas. Demos ese primer paso y  todo lo demás vendra, poco a poco, tal vez no en nuestra generación, pero vendra porque si esta guerra no acaba con nuestra victoria, con la de  la TRADICION Y LA REVOLUCION unidas por fin, entonces la Historia de Occidente no tiene ningun sentido ni nuestra raza ningun provenir. Y nosotros sabemos que eso es imposible.

1.Jacques Thiriart fue uno de los grandes renovadores del nacionalismo revolucionario en la Europa de los años sesenta. La organización por
el fundada JEUNE EUROPA existió sólo por tres años pero en esos tres años intriodujó un discurso completamente renovador. La
reidvindicación de una Europa Unitaria. La tercera via antisovietica y anticapitalista. La necesidad de crear un bloque político
independiente. Fue también el primer grupo en popularizar la CRUZ CELTICA en Europa -aunque este simbolo hubiera sido usado ya
antes por algunos grupos en Francia-. Es a partir de JEUNE EUROPE que los movimientos nacionalistas posteriores adoptaron poco a poco
propuestas de tipos paneuropeo por oposición al fascismo de preguerra que tan a menudo habían caido en el chauvinismo.
2.Librería Europa. Calle Seneca 12, bajos. BARCELONA. 08023. España.


La enajenación de Europa

octubre 14, 2006

Es difícil comprender -y es un atentado a la lógica- la permisividad, complacencia y autismo de los dirigentes europeos para con la marea islámica que nos asfixia. Llevamos décadas consintiendo, en aras a una supuesta tolerancia y respeto al diferente, la aceptación entre
nosotros de gentes con unas costumbres, religión y cosmovisión metafísica no sólo alejadas de nuestros parámetros sociales, culturales y éticos, sino enemigas declaradas de éstos.

Los enemigos que las enarbolan no dudan en combatir y atacar nuestras formas de vida.
Progres de salón, multiculturalistas de opereta y políticos suicidas han creado, con la complacencia de medios de comunicación, unas sociedades cobardes y avergonzadas de nuestras raíces e incapaces de defenderse de esta peste sarracena.

Es imposible -y el que no quiera verlo, no lo vea- convivir con una cultura en la que prima la sumisión a una visión teocrática de la sociedad y el nulo respeto a un hombre al que se debería de
considerar como portador de valores eternos y no como a un animal sojuzgado
y condicionado por una religión oscurantista y medieval.

Lenta, pero constantemente, se ha cedido en sus demandas y una política aberrante de inmigración ha logrado introducir el caballo de Troya en nuestras ciudades.
Nos desprecian y no lo ocultan. Tampoco se privan, al igual que los nacionalistas aldeanos y paletos, en hacernos culpables de su atraso y ya empieza a cansar su retahíla de agravios contra Occidente; un Occidente que les acoge y respeta su «PECULIAR» forma de entender la vida.

Los papanatas de la Alianza de Civilizaciones nos pedirán comprensión y respeto hacia los que nos desprecian, odian y matan. Respeto que ellos se pasan por el forro en sus países; en los cuales está prohibido levantar una sola Iglesia, cuestionar sus regímenes políticos y en los que a nadie se le ocurra hacer la más leve crítica contra su religión, ni sus leyes. Unas leyes que no olvidemos incluyen la lapidación de adúlteras, la amputación de miembros a los ladrones, la pena de muerte a la apostasía y un amplio catálogo de aberraciones varias; eso sin considerar el status de la mujer en su sociedad: un mero envase reproductor y sometida al hombre como una
propiedad suya.Estamos en guerra.

Una guerra que no podremos ganar si no plantamos cara, decididamente y con valor, a sus pretensiones de una Europa mestiza y multicultural. Hay que empezar a llamar a las cosas por su nombre sin miedos ni complejos: el Islam no es tolerancia como nos dicen los estúpidos políticos y medios a su servicio, sino que el tan cacareado Islam es odio, muerte al no creyente y un elemento corrosivo en nuestra Europa.
«Los islamistas son una minoría», nos dicen para tranquilizarnos. ¡Mentira!: tal vez sólo una minoría cometa atentados, pero una mayoría de los musulmanes, que tan alegremente acogemos, los defiende, comprende y comparte su cosmovisión.
Tampoco nos ayudan a nuestro bienestar: es una trola eso de que sin ellos nuestras sociedades, supuestamente de bienestar, quebrarían. Lo cierto es que es imposible asumir los costes sociales de una inmigración desmesurada. Costes que estamos empezando a pagar en paro, prestaciones
sociales y conflictos entre comunidades.

No nos engañemos, tenemos al enemigo dentro, cada vez más fuerte y crecido por la cobardía de nuestros gobiernos; incapaces de ver más allá de las próximas elecciones y anestesiando a nuestros pueblos con la cansina canción de paz, tolerancia y respeto. Ellos son responsables, ellos no los padecen, ellos son los traidores a Europa y se llaman Blair, Chirac, Zapatero, Berlusconi,…


MOVIMIENTO DE JUVENTUD E IDEOLOGIA NACIONAL REVOLUCIONARIA BAJO LA REPUBLICA DE WEIMAR

octubre 11, 2006

MOVIMIENTO DE JUVENTUD E IDEOLOGIA NACIONAL REVOLUCIONARIA BAJO LA REPUBLICA DE WEIMAR

Desde los años 1924/25 hasta las elecciones legislativas de Septiembre de 1930 que proyectaron bruscamente al primer plano al partido nacional socialista, el militantismo nacionalista estaba representado principalmente en Alemania por los grupos paramilitares (Wherverbände) herederos de los cuerpos francos, y por las ligas de juventud (Bund) (1). Bajo el efecto de la crisis económica los elementos más radicales de esos grupos y de las ligas evolucionaron hacia el nacional socialismo revolucionario (tendencia Strasser) o el nacional bolchevismo, mientras que los otros (es decir la mayoría de los miembros y jefes de las ligas) buscaron acomodamiento en el sistema creando nuevos partidos como el Partido del Estado Alemán (surgido de la fusión del Partido Demócrata y de la Joven Orden Alemana de Arthut Mahraun) y el Partido popular Conservador (formado por los social cristianos y elementos surgidos del partido de extrema derecha DNVP) intentando en vano hacer de ellos instrumentos validos de la renovación de Alemania.

EL SOCIALISMO BUNDISCH

Los miembros de las ligas de juventud optaban por el socialismo bündisch, variante del «socialismo alemán» al cual se unieron numerosos medios socio profesionales y grupos políticos de la Alemania de Weimar. El socialismo Bündisch estaba bastante cercano al «socialismo soldadesco» que profesaban sus mayores de los grupos paramilitares. En ambos casos, el socialismo era lo mas importante en el grupo, no solo en el Bund o en el grupo militarizado sino también en el Volksgemeinschaft (la comunidad del pueblo) al que sirve el Bund y en el que esta inserto (2). Mientras que el socialismo soldadesco de los mayores se basaba en la experiencia de la guerra y la camaradería del frente, el socialismo bündisch de los mas jovenes se apoyaba en la experiencia de las excursiones a través de Alemania, en contacto con el pueblo alemán, sobre la experiencia comunitaria de la liga y la camaradería vivida en su seno. Con la crisis y la radicalización creciente de la juventud de las ligas el socialismo bündisch se transforma en un socialismo nacional revolucionario favorable a la nacionalización total o parcial de los medios de producción y a la autarquía alemana y centro europea.

EL DESAFIO HITLERIANO

Tras el acceso de Hitler al poder, las principales ligas de juventud (excepción hecha de los moderados, sobre todo del importantisimo «Deutsche Freischar») se unieron en marzo de 1923 en la Grossdeutsche Jugenbund bajo el patronazgo del almirante Von Trotha, próximo al presidente Hinderburg. Esperaban así escapar a la sincronización (Gleiehschaltung), es decir, a su disolución e integración en la Juventud Hitleriana. Por su parte, las ligas mas duras, las mas volkisch (para las que Volk era sinónimo de raza) y al mismo tiempo las críticas con respecto al hitlerismo (al que juzgaban desde un punto de vista nacional bolchevique) se reagruparon en una bündisch para el servicio de defensa del trabajo y las fronteras) bajo la presidencia de un troskista del nacional socialismo, el Dr. Kleo Pleyer (3).
Pese a todos sus esfuerzos las ligas de juventud fueron disueltas tras el verano de 1933. Sus miembros entraron entonces masivamente en la juventud hitleriana y en el Deutsche Jungvolk que reagrupaba a los elementos mas jovenes de la HJ para continuar sus actividades y promover el espíritu bündisch. Los mayores, (próximos a Friedrich Heilcher) entraron en las SS y la Ahnenerbe (Herencia de los antepasados, sector de las SS especializado en la investigación científica, particularmente la histórica y prehistórica). Otros, (los estraserianos bajo la dirección de Heinz Gruber) prefirieron entrar en el Frente del Trabajo a fin de acentuar la orientación socialista. Finalmente, el Dr. Werner Haverbeck intenta reagrupar en una organización, la Reichsbund Volstum und Heimat, asociación satélite del KdF (Kraft durch Freude, Fuerza por la alegría) a la juventud de espíritu bündisch, organización está que llegará a contar con un millón de miembros (4).

COMIENZA LA REPRESION

Bajo la presión de Baldur von Schirach, jefe de la juventud hitleriana, que temía ver su autoridad sobre la juventud alemana contestada, se abate la represión sobre los antiguos líderes bündisch, algunos fueron excluidos de la HJ (Werner Lass)(5), otros fueron arrestados (Heinz Gruber)(6), (Robert Oelbermann)(7) o forzados al exilio ( Eberhard Koebel (8), Fritz Borinski (9), Hans Ebeling (10), Karl Otto Paetel (11) etc ), otros finalmente fueron asesinados (Karl Lamermann) (12) durante la noche de los cuchillos largos. El Reichbunde de Haverbeck fue disuelto.
Pese a cuatro prohibiciones sucesivas (en 1933, 1934, el 6 de febrero de 1936 y el 13 de mayo de 1937) y la incorporación obligatoria de los jovenes alemanes en la juventud hitleriana decidida en 1936 y aplicada de hecho en 1939, algunas ligas continuaron sus actividades en Alemania en la clandestinidad. Ese fue el caso de la DJ.1.11. fundada por Tusk en 1931 (13) unida a Karl Otto Paetel y Otto Strasser ambos igualmente en el exilio (Helmut Hirsch, miembro de la DJ.1.11. fue condenado a muerte el 4 de junio de 1937 y colgado en Plötzensee); fue también el caso del «Nerother Wandervögel» (14) y del Jungnationaler Bund Deutsche Jungenschaft (15) desmantelado en 1937 y cuyos jefes serán torpemente condenados en el proceso de Essen.
Si algunas ligas pudieron sobrevivir en la clandestinidad otros grupos nuevos aparecieron, bandas de adolescentes que rechazaban la integración en la HJ y la militarización de la HJ (16). Algunas de esas bandas imitaban los modos occidentales y prefiguraban ya las bandas de la postguerra, otras profesaban un cristianismo moralizador y constituían la supervivencia de las organizaciones de juventud cristianas, otras renovaban el ideal romántico del Wandervögel. Entre esos nuevos grupos el más conocido fue sin duda «Die Weisse Rose»» de la que algunos de sus miembros habían pertenecido a las ligas de juventud. Los jovenes bündisch y sus émulos no fueron los únicos en resistir al «fascismo» hitleriano, hay que citar también la resistencia de los jóvenes comunistas en el medio obrero y de los jovenes católicos en Renania y Baviera. Mientras que los primeros se apoyan sobre la infrastructura clandestina del partido comunista alemán, los segundos lo hacen sobre el concordato firmado en 1933 entre Hitler y el Papa.

EL IDEAL BUNDISCH EN EL EXILIO

El ideal bündisch progresivamente sofocado en Alemania se mantiene en el exilio extranjero. Otto Strasser suscita la creación de un «ring bundischer Jugend» que se integra en su Deutsche Front gegen das Hitler system (Frente alemán contra el sistema hitleriano). En París, una revista antifascista controlada por los comunistas ve la luz bajo el título de «Frei Deutsche Jugend» (este nombre había designado entre 1913 y 1923 a una fracción del movimiento de juventud independiente y designara tras la segunda guerra mundial a la organización juvenil de la RDA). Karl Otto Paetel editaba primero en Estocolmo, luego en Bruselas y finalmente en París las «Schriften der Jungen Nation» y las Blatter des sozialistichen Nation» (difundidas en Alemania por las hermanas Silieva, miembros de la DJ.1.11. de Berlín). En Bélgica, Hans Ebeling y Theo Hespers fundan en 1935 el «Arbeitgemeimschaft Bundischer Jugend» al que se adhieren Paetel, Tusk, la revista «Frei Deutsche Jugend», etc… y que da nacimiento al «Deutsche Jugend Front». Este frente de la juventud estaba ligado a grupos neerlandeses, belgas y británicos. Había nacido de la voluntad de reagrupar a toda la juventud alemana de oposición. Pero esta tentativa fracasa a causa de las maniobras comunistas y de la falta de cohesión de esos jovenes opositores. Ebeling y Hespers que no desfallecían crearon entonces la revista «Kameradschatf» de 1937 a 1940.

HANS EBELING Y THEO HESPERS

El facsimil de la revista «Kameradschatf» (Camaradería) constituye un importante testimonio sobre la resistencia de la juventud bündisch al estado hitleriano y del proyecto de estado y sociedad que estaba opuesto al fascismo. Esta revista de lengua alemana editada en Bélgica era distribuida clandestinamente en Alemania. Sus fundadores Hans Ebeling y Theo Hespers eran dos antiguos jefes de las ligas de juventud en el exilio. El primero, nacido en 1897 en Krefeld había tomado parte en la primera guerra mundial (de la que salió con el grado de teniente); en los combates de 1920 (Renania), en las filas de la Reichwehr provisional y en la resistencia contra las tropas de ocupación francesas en el Ruhr. Poco después se une al «Jungnationaler Bund» del que se separó en 1924 para fundar la «Jungnationaler Bund Deutsche Jungenschaft» mas activista y radical que evoluciona pronto hacia el nacional bolchevismo. A partir de finales de 1929 y hasta Enero de 1933 Ebeling dirige con el profesor Lenz la revista «Der Vorkampfer» (17). Theo Hespers, nacido en 1903 entra a los catorce años en la organización de juventud católica «Quickborn» a la que pertenece hasta 1927. Participa también en la resistencia pasiva contra la ocupación franco belga del Rhur. Se adherirá seguidamente a la «Vitus heller Bewegung» (18) y dirigirá la «Pfadfinderschaft Westmark» que constituirá junto con la liga de Ebeling, la de Werner (Freischar Schill) y la joven liga prusiana de Jupp Hoven, el «Comité de lucha de los grupos nacional revolucionarios de la marca occidental en Renania».

EL «BUND», ALTERNATIVA A LOS PARTIDOS Y AL PARTIDO UNICO

«Kameradschatf» era la tribuna de los jóvenes opositores al hitlerismo. Los jóvenes nacionales», «jovenes socialistas», «jóvenes católicos» y «jóvenes protestantes» se expresaban en Kameradschatf y en ella se afirmaban bündisch, nacionalistas volkisch y gran alemanes, cristianos, demócratas y socialistas.
Para ellos, el Bund constituía un modelo político, modelo de una «democracia a la alemana» fundada sobre el duo Fuhrer Gefolgschaft (el fuhrer carismático al servicio de la idea, libremente elegido y sometido a la permanente aprobación del grupo, siendo solo un «primus inter pares»). Oposición al Bund a los fallidos partidos de la democracia weimeriana y al partido único de la dictadura hitleriana. El Bund era también un modelo social fundado sobre la Camaradería (Kameradschatf) opuesta a la Schadenfreude hitleriana, un modelo de integración del individuo y de socialización fundada sobre el entusiasmo, un modelo de educación política y el modelo mismo de la comunidad de combate revolucionaria formada por la juventud activista alemana, enemiga de Weimar y después del hitlerismo.
Para los colaboradores de «Kameradschatf» que insistían particularmente sobre el papel jugado por el Bund en materia de educación política y para los que el hombre bündisch era el hombre político por excelencia enteramente dedicado al servicio del Estado del pueblo, el estado hitleriano aparecía como una dictadura de elementos pequeño burgueses apolíticos (asociados a una Reichwehr politizada pero tímida ante toda responsabilidad política). la liquidación política, a veces incluso física, bajo el III Reich del activismo nacionalista (grupos paramilitares y ligas de juventud) considerado como peligroso para los nuevos señores de Alemania, les parecía a este respecto revelador (19).

REDEFINIR LA VOLKGEMEINSCHAFT

Los nacionalistas volkisch tomaban la defensa del pueblo y del Volkstum pero rechazaban el imperialismo neo alemán de los hitlerianos, en el espíritu de los colaboradores de «Kameradschatf» el nacionalismo volkisch se consagra a defender la independencia y el Volkstum de todos los pueblos. Defendían igualmente a los Volkgenos contra la explotación capitalista que aun perduraba y contra el arbitrio del Estado hitleriano, predicaban la constitución de un verdadero Volksgemeinschaft (comunidad del pueblo) sin relación con la susodicha volkgemeinschaft producto de la dictadura policial y de la masificación hitleriana, la constitución de esta «verdadera» volkgemeinschaft necesitaba a sus ojos un nuevo orden socio económico (socialista) que pusiese fin al orden de clases nacido del capitalismo y una reorientación espiritual (volkisch) de esencia cristiana que combatiría el desarrollo materialista de la época (20).
Como Otto Strasser, oponían la tradición gran alemana fundada sobre el rechazo dualismo austro prusiano, en el que se situaban, al pangermanismo.
Rechazaban la economía capitalista fundada sobre el provecho así como la economía de guerra y la «anarquía burocrática» (simbiosis esta que realizaba a la perfección la Alemania hitleriana) las cuales pretendían substituir por un Plan (alemán primero y europeo después). Preconizaban en el marco de ese plan una economía destinada a satisfacer las necesidades del pueblo, la nacionalización de las industrias clave que rompiera el poderío del gran capital y el reparto de las grandes propiedades agrícolas y finalmente la constitución de cooperativas en todos los ámbitos de las actividad económica.

LA TRADICION LIBERTARIA DEL WANDERVOGEL

La redacción de Kameradschatf se declaraba heredera de dos tradiciones:
1) la del movimiento de juventud independiente, sobre todo de la «Juventud alemana libre» nacida del reencuentro del Hohe Meissner de 1913.
Contra el mundo paternalista (Vatenvelt) el movimiento de juventud había afirmado su fidelidad a los padres originales, a los ancestros (Vorvater) (21). Contra la tutela de las instituciones (escuela, iglesia, familia) y la sociedad burguesa reivindica la independencia y acoge en su seno jovenes líderes. Contra el estado Wilhelmiano y el chauvinismo burgués afirma su amor al Volk (22). Contra la gran ciudad el movimiento de juventud había propuesto el «Wandern», la excursión a través del país alemán (La Alemania profunda) y el contacto del Volk alemán auténtico. Contra la religión revelada el movimiento juvenil intenta despertar una religiosidad germánica. Contra el tabaquismo y el alcoholismo que condena, contra la degeneración física, exalta la fuerza física y la belleza nórdica (pintada por el dibujante Fidus) practicando la gimnasia y el nudismo.
Finalmente, tras la prueba de la gran guerra el movimiento de juventud había desembocado en las ligas surgidas en 1924/25 de la fusión de los grupos scouts disidentes y del Wandervögel y la juventud alemana libre (1919).

LA TRADICION DE LOS CUERPOS FRANCOS

2) La de los cuerpos francos que en 1919 formaron la Reichwehr provisional antes de convertirse en enemigos de este ejercito salido de las cláusulas militares de Versalles (que revivieron las tradiciones nobiliarias del ejercito imperial poniendo así termino a la democratización del Ejercito y sobre todo del cuerpo de oficiales, provocado por la gran guerra y sus consecuencias) y la de los grupos paramilitares nacional revolucionarios que suceden a los cuerpos francos y que hacen frente a la Reacción encarnada por los industriales y terratenientes, los generales de la Reichwehr y los políticos de la derecha.
Pese a la originalidad del enfoque dado por la revista (interpretación que se acercaba en ciertos aspectos a la «teoría del totalitarismo»), «Kameradschatf» retomaba contra el hitlerismo ciertas críticas formuladas anteriormente por sus predecesores de los cuerpos francos de los grupos paramilitares con respecto a Weimar (y sobre todo de la Reichwehr asociada al poder hitleriano).

LOS VINCULOS DE LA «BUNDISCHE» EN EL EXILIO CON LOS «INCONFORMISTAS» Y LOS PLANISTAS FRANCESES

Además de esa filiación evidente entre el movimiento de juventud alemán, los Cuerpos Francos, grupos paramilitares y Kameradschatf, se constaba un extraño parentesco entre las ideas de la juventud bündisch tal y como se expresaba en «Kameradschatf» y la de los jovenes no conformistas franceses de los años treinta que se adherían a las palabras de orden patrióticas y federalistas, personalistas y comunitarias, planistas y corporativistas.
Habían existido contactos entre los representantes de las ligas de juventud alemanas y grupos no conformistas franceses Harro Schulze Boyssen (antiguo militante de la «Orden Joven Alemana» que más tarde debía jugar un importante papel en la «orquesta roja», director de «Planner», el equivalente alemán de la revista francesa «Plans» dirigida por Philippe Lamour, fue con Otto Abetz uno de los delegados alemanes en el frente único de la juventud europea, creada por iniciativa de los grupos franceses «Plans» y «Ordre Nouveau» (23). Por su parte, Ordre Nouveau mantiene contactos bastante estrechos con Otto Strasser, el grupo constituido por la revista «Die Tat» y sobre todo la revista «Der Gegner» (El adversario) (a la que Louis Dupeux consagra un capitulo de su tesis sobre el nacional bolchevismo) animado por Harro Schulza Boyssen y Fred Schmid, fundador y jefe de la Liga «El cuerpo gris» escisión de la «Deutsche Freischar» (24). Pero los contactos personales no bastan para explicar una tal convergencia: lo que acercaba a los mejores elementos de la juventud alemana y la francesa era el común rechazo del liberalismo y del totalitarismo y una aspiración común a una evolución espiritual (o si se prefiere cultural) política y socio económica. Thierry Mudry.


Relectura de http://nr.blogia.com

octubre 8, 2006

Partido NR o Corriente NR
El actual momento político esta caracterizado por el reflujo de las alternativas. El sistema, entendido como conjunto económico-mediatico-político, pone todos los impedimentos posibles para el alumbramiento de cualquier tipo de alternativas. Y al mas mínimo atisbo de sus apariciones en el panorama mundial son combatidas con todos los medios, desde los ataques mediáticos, su diabolización inmediata, o su señalamiento como futuro objetivo militar de la guerra preventiva yankee.

El momento político oficial en Europa se caracteriza por el horizonte de la evolución de la actual Unión Europea, constitución y ampliación basicamente. Pero la realidad social esta caracterizada por enormes diferencias sociales disimuladas a través de mecanismos de todo tipo. Una realidad social que tiene en España la inmigración y acceso a la vivienda los paradigmas reales. Una inmigración que constituye un eslabón en la mundialización del mercado, en la globalización económica. Un difícil acceso a la vivienda que muestra realmente los niveles de endeudamiento familiar y la imposibilidad real de igualdad al derecho básico del “techo”.

Ante todo ello, y muchas otras cosas que todos intuimos, señalamos, o sabemos los partidos patrióticos en España son incapaces de confluir de un modo real en la construcción de un “referente político” con el que presentarse en la sociedad política española. En unos casos la competencia interna entre ellos, en otros la verdadera incapacidad, en otros la imposibilidad de presentarse en la actual sociedad….

Los NR en este panorama basculan cíclicamente sobre el debate de si crear su propio partido para “competir” con otras fuerzas patrióticas y/o populistas, o por el contrario sería mejor el forzar al modo “militante” una confluencia de las mismas.

Los “frentes” (de la Juventud, Nacional de la Juventud) de los años 70-80 fueron un primer ensayo de crear una “entidad propia”, aunque en ese momento se tenia claro que se formaba parte intrínseca de lo que se llamaban las “fuerzas nacionales”. El desastre del 81-82 (23-F fallido, victoria socialista, disolución del Frente de la Juventud y de Fuerza Nueva) abrió paso tras un breve periodo de confusión a una fase “militante” corta –Patria y Libertad- hasta la creación de Juntas Españolas. Tras una nueva fase de debate y confluencia aparece Democracia Nacional. A la vez una fracción que no acepta la integración en DN hace nacer los diversos proyectos reseñados en “Fascismo Rojo” (Coordinadora Alternativa Solidarista CAS, Movimiento Alternativo Solidarista MAS, Tercera Vía Solidarista,…) o los posteriores de Alternativa Europea y Movimiento Social Republicano.

Las elecciones del año 2000 hacen confluir brevemente las dos líneas con presencia NR, la de DN y la que en ese momento representan Vértice y MSR. Finalmente se dan ciertas reordenaciones tras esas elecciones y vuelta al camino separado que la actual separación.

A todo esto cabe añadir el tradicional polo “azul” que bascula cíclicamente en convertirse en referente del ambiente patriótico con ensayos mas o menos oportunos o afortunados. El de Gustavo Morales en el 95 o el actual de Cantalapiedra son los mas característicos. El entorno “azul” de siglas, querellas, debates interminables sigue en torno a un proyecto principal.

El actual momento de los militantes NR, a las puertas del 2005, es el de seguir un camino autónomo, propio –tildado por muchos de izquierdista- o el de formar parte de un proyecto patriótico/populista.

El camino, y los resultado actuales en el momento de reflujo, ponen cada vez mas difícil el camino autónomo. Sigue siendo posible. Algo marginal, propio, y en definitiva testimonial. No por ello menos legitimo que cualquier otra opción.

En cambio no se está profundizando en este momento en otra posibilidad sobre la cual queremos abrir, de nuevo, ahora el debate. La formación de una “corriente nacional revolucionaria” que aspire a ser una corriente de base en una futura formación patriótico/populista.


LAS CUATRO FASES DE LA HISTORIA DEL MOVIMIENTO DE JUVENTUD ALEMAN

octubre 6, 2006

LAS CUATRO FASES DE LA HISTORIA DEL MOVIMIENTO DE JUVENTUD ALEMAN

«Es incontestablemente la mejor historia del movimiento de juventud alemán». Casi todos son unánimes en aceptar este juicio sobre el pequeño libro de Fritz Borinski y Werner Milch. Ambos autores abandonaron la Alemania nacional socialista en 1934 y 1938 respectivamente. Borinski, militante socialista, escapará a Inglaterra de donde saldrá para Australia en 1940. En 1941 vuelve a Londres y participa en los trabajos de una comisión encargada de «reeducar» a los alemanes una vez acabada la contienda. Werner Milch es liberado en 1938 de un campo de concentración y escoge igualmente Gran Bretaña como tierra de exilio. Durante la Batalla de Inglaterra será internado por espacio de seis meses en Exeter.
Su libro se inscribe pues en un proyecto de reeducación forzada. Generalmente este género de obras no brilla por su objetividad. La propaganda ha sido muy a menudo respondida con propaganda en perjuicio de la verdad histórica y de la honestidad intelectual. En lo que concierne al movimiento de juventud, todas las ideas y todos los temas que provienen de él han sido asimilados a su traducción nacional socialista. Este tipo de amalgama felizmente no se encuentra solo en la obra de Borinski y Milch. Su fin no es el de condenar el fenómeno de la jugendbewegung sino por el contrario resucitarlo, darle vigor y restaurar su pluralidad, su diversidad, su abundancia de perspectivas anteriores a 1933. En el corto prefacio a la primera edición inglesa de 1944 dicen claramente desear el retorno de la libertad espiritual propia de los Wandervögel y sus herederos. Para ellos el fenómeno es indisociable de la historia alemana y no puede ser borrado por decreto.
El interés histórico de su obra reside principalmente en la clasificación que ofrece. Cuatro períodos marcarían la historia del movimiento: 1) la fase del Wandervögel; 2) la fase de la Freideutsche Jugend; 3) la fase del Bündische Jugend; 4) la fase de disolución por la represión nacional socialista. Este bosquejo permanece aún válido. La evolución del movimiento de juventud se desenvuelve en estas cuatro fases. La historia, tras 1945 no ha permitido la eclosión de una quinta fase; la «reeducación» ha laminado la matriz del humanismo bajo pretexto de que esta matriz había engendrado también el nazismo. Borinski y Milch no han visto su sueño realizado.
La primera fase inaugurada por Karl Fischer esencialmente es una reacción contra las rigideces burguesas, contra las actitudes engreídas de la «Belle Epoque», el snobismo materialista, etc. El Wandervögel de Fischer se instaura como una «nueva escuela», más cercana a la naturaleza, más emancipada con relación a las convenciones y a las instituciones escolares, vectores de un saber esquemático. El Wandervögel es la contestación anterior a 1914. El movimiento crea contra instituciones como los albergues de juventud, retorna al terruño y abandona los desiertos de asfalto que son las ciudades, descubre la acampada y las excursiones a los bosques y selvas. El Wandervögel rechaza las frivolidades del burguesismo, el baile, la moda, etc.. a la vez que condena el alcoholismo y el abuso del tabaco.
La segunda fase, la del Freideutsche Jugend es de hecho una fase de transición entre el movimiento de escolares que era el Wandervögel y el más politizado de la fase bündisch. Esta fase es aún apolítica en gran medida. Las Freideutsche comunistas serán las primeras en ser absorbidas por una formación política adulta. Con esta escisión se da la primera señal de politización general de la sociedad alemana. La politización será desencadenada por la pretensión de los trágicos acontecimientos que conoce Alemania: inflación, carestía, reparaciones impuestas por el tratado de Versalles, agitación social, etc. El gran sociólogo Max Weber hablará a este respecto de «la noche polar de las realidad políticas y de la pauperización económica que matará el éxtasis de la revolución y ahogará la primavera de una juventud exuberante y floreciente». La huida fuera de las realidades, la marginalización querida por Fischer chocan con las frustraciones de la realidad social, frustraciones debidas a la constatación de que no es posible con una economía tan desfalleciente y una nación tan subyugada crear al hombre nuevo. Para suprimir los obstáculos de la miseria socio política es necesario, evidentemente, actuar sobre el terreno político… Los jefes de los diversos movimientos no pueden cultivar indefinidamente sus ideas filosóficas ni continuar su sueño romántico de libertad. Del magma de los ideales idílicos o fugaces, sublimes o excéntricos nace la tercera fase, la fase «bündisch».
El anarquismo se evapora. Las ligas que se constituyen aceptan en lo sucesivo principios directores y jerarquías organizadoras. En la masa aparecen los uniformes y reemplaza poco a poco los recargados pertrechos, las camisas coloreadas y los sombreros con flores. El «estilo» sucede así a la encantadora fantasía. El acento es puesto en lo sucesivo sobre el «Bund» en tanto que comunidad, en tanto que instancia suprapersonal («Las personalidades mueren como las moscas pero lo que es objetivo no muere jamás»). El «Bund» recluta a los mejores jóvenes y es en este sentido elitista, pero sus jefes son elegidos como entre los antiguos germanos. El «Bund» funciona democráticamente: los jefes elegidos discuten planes y proyectos con todos los miembros.
Permanece el principio de autonomía pese al cambio de formas. Pero cuando la politización de la sociedad alemana alcanza su paroxismo tras las campañas electorales que llevaron a Hitler al poder, ese principio de autonomía se muestra terriblemente débil frente a las tropas juveniles politizadas y fanatizadas. Hitler había mostrado siempre su desprecio por los «marginales» de los movimientos de juventud y hará todo lo posible para que estos se unan a las filas de su partido o desaparezcan. Pese a una última intentona de reagrupamiento bajo la égida del viejo almirante Von Trotha, los Bund acabarán por ser prohibidos o disueltos. Los recalcitrantes serán perseguidos inexorablemente. El nuevo totalitarismo alemán como el totalitarismo blando que sufrimos hoy día, no tolera ningún espacio de autonomía. ¿Cuando volverá a existir algo tan sublime, eficaz y sanamente educador, como han sido los «Bund»?. A la brutalidad de las SA han sucedido las babas de sapo de los periodistas inquisidores, de los psicoanalistas viciosos, de los pequeño burgueses repugnantes, de los consumidores de miradas vacías, de los sujetos silenciosos y tristes del Big Brother.

M.F.


¡Bienvenido!

octubre 6, 2006

¡Bienvenido a Europeos!

Tras recibir una invitación del equipo de Red Tercera Vía no pude negarme a abrir un weblog, aunque mi experiencia en este campo sea prácticamente nula. Por eso agradezco doblemente a R3V por hacer que yo solo tenga que escribir, y ellos preocuparse del diseño y todas esas cosas…

Trataré de comentar diversos temas sobre Europa y sus legítimos moradores, nosotros los europeos, desde una perspectiva identitaria.

Muchas gracias y estaros atentos a las actualizaciones.